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julio 2020

¿La obesidad aumenta el riesgo de sufrir demencia?

Fuente: NCYT Amazings

Las directrices clínicas actuales sugieren que la obesidad es un importante factor de riesgo modificable mediante conductas individuales de estilo de vida. Sin embargo, la asociación entre la obesidad y ciertos aspectos de la salud ha seguido siendo algo confusa debido a los resultados contradictorios de diferentes estudios, con algunas sugerencias de que la obesidad podría incluso considerarse en algunos aspectos un factor de protección de la salud para la gente de la tercera edad.

El equipo de Dorina Cadar y Yuxian Ma, del University College de Londres en el Reino Unido, reunió datos de 6.582 personas en una muestra nacionalmente representativa de la población inglesa de 50 años de edad o más. Los resultados del nuevo estudio sugieren que la obesidad promueve ciertas clases de deterioro mental.

Se utilizaron tres fuentes diferentes para determinar la demencia:
el diagnóstico de los médicos, las declaraciones de los sujetos de estudio y los datos de ingresos en hospitales.

Se comprobó que las personas cuyo índice de masa corporal (IMC) era de 30 o más (o sea que padecían obesidad) al comienzo del período de estudio tenían un riesgo un 31% mayor de sufrir demencia, al menos a juzgar por el seguimiento realizado (en promedio de 11 años), en comparación con quienes tenían un IMC de 18,5 a 24,9 (nivel normal).

También había una diferencia significativa entre los sexos en cuanto al riesgo de demencia asociada a la obesidad.

Concretamente, las mujeres con obesidad abdominal (según la circunferencia de la cintura) tenían un riesgo un 39% mayor de sufrir demencia, en comparación con las que tenían un nivel normal. Esto era independiente de su edad, nivel de educación, estado civil, condición de fumador o de no fumador, genética (en particular el gen APOE épsilon 4), diabetes e hipertensión. Esta asociación no se encontró entre los participantes varones.

Cuando el IMC y la circunferencia de la cintura se consideraron en combinación, los participantes del estudio con obesidad de cualquiera de los dos sexos mostraron un 28% más de riesgo de sufrir demencia en comparación con quienes estaban en el rango normal sano de valores.

¿Cuáles son las secuelas del coronavirus?

Fuente: ok diario.com

Autor: Francisco María

El Covid-19 está afectando a personas en todo el mundo. Pero una vez superada la enfermedad, ¿cuáles son sus secuelas? Toma nota.

El coronavirus es una enfermedad respiratoria viral que está afectando al mundo ampliamente. Los contagios aumentan cada vez más, una gran cantidad de personas ha fallecido y otro importante número se ha recuperado. Sin embargo, es posible que puedan arrastrar secuelas después de superar esta infección que afecten desde los pulmones hasta el cerebro.

Pueden derivarse del mismo virus o de la permanencia en el hospital por varios días. Hoy en día es importante saber cuáles son las secuelas del coronavirus.

¿Cuáles son las secuelas del coronavirus?

Las secuelas en los pulmones, epicentro de la infección, pueden ser muy graves. En los peores casos estos órganos pueden sufrir alguna lesión que impida su correcto funcionamiento. Después de la recuperación del virus es preciso saber hasta qué punto pueden volver a trabajar.

En pacientes con coronavirus se han observado principios de fibrosis.
Esta es una especie de cicatriz que evita el buen funcionamiento de los pulmones, aspirar oxigeno y botar dióxido de carbono. Otra posible consecuencia es la embolia pulmonar, que es la formación de un coagulo de sangre en una arteria de alguno de los pulmones.

Secuelas más graves

En los casos más graves puede existir inflamación descontrolada.
Además de afectar los pulmones, causa desajustes en los sistemas de coagulación. Se han observado arritmias, fallo cardiaco y daño en el miocardio en pacientes con coronavirus. Todavía no se sabe si una consecuencia directa del virus es debido a la inflamación o por los problemas de coagulación.

De los factores de riesgo previos y la gravedad del paciente depende el riesgo de padecer afecciones en el corazón. Estudios recientes explican que es posible que los tratamientos experimentales puedan ocasionar efectos cardiacos adversos.

Consecuencias del coronavirus

Pacientes que han pasado por la UCI: Los pacientes que han estado en la unidad de cuidados intensivos por mucho tiempo pueden salir del hospital con problemas de movilidad. En casos graves los pacientes tienen que permanecer hasta 2 semanas conectados a un respirador sin poder moverse. Hay quienes padecen de atrofia o deterioro muscular, perdida de movilidad, entre otros.

También hay casos de pacientes con daños en las cuerdas vocales por la intubación. Además de la perdida de la voz, puede ocasionar disfagia.

Los efectos psicológicos también son secuelas de esta enfermedad. Los profesionales explican que los casos de depresión, ansiedad y estrés post traumático son consecuencia del virus, incluso luego de la recuperación. Se estima que existe un aumento de las enfermedades mentales debido a este padecimiento.

Las secuelas del coronavirus pueden ser varias. Es importante prevenir el contagio de esta enfermedad que está afectando al mundo. Si llegas a contraerla, actúa con calma y prudencia. Acude al médico lo más pronto posible para evitar daños peores.

Así se sentían los médicos antes del COVID-19: cansados e insatisfechos

Fuente: www.elindependiente.com
Autora: Cristina Castro

Entre octubre y noviembre de 2019 los médicos españoles aún no habían oído hablar de la enfermedad que pondría en jaque sus capacidades, su aguante e incluso sus vidas. Faltaban dos meses para que se descubrieran los primeros casos del nuevo coronavirus en China y aún más para que la epidemia explosionara en España y llevara al sistema sanitario a su límite y, en algunos lugares, al colapso.

Sin embargo, las respuestas de los casi 20.000 médicos
(de los 250.000 colegiados) que refleja la sexta «Encuesta sobre la situación de la profesión médica en España» dibujan una situación de partida muy negativa. Uno de cada tres médicos (35,5%) se encontraba insatisfecho en el ejercicio de su población y más de la mitad (55%) se sentían emocionalmente cansado.
«Estas respuestas son importantes porque van a servir de espejo ante la situación sobrevevenida por el COVID-19», ha plantado en la presentación de los resultados el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), Serafín Romero, y ha lanzado una petición: «No podemos salir de esta crisis tal como entramos, porque entonces no habremos aprendido nada».

Uno de los mayores problemas de la profesión, según el CGCOM y la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) es la temporalidad. Un 36,5% de los médicos en España trabajan de forma eventual, un problema que afecta a todas las edades, ya que un 15% de los sanitarios mayores de 60 años carecen de una plaza fija. Gabriel del Pozo, secretario general de la CESM, ha subrayado que la tasa de eventualidad «debería estar en el 8%». Del Pozo ha criticado que sean «Los médicos de los que se han enorgullecido los políticos pero que luego volverán a olvidará como siempre».

Miguel Ángel García, de CESM, ha subrayado que esa temporalidad es menor en la medicina privada (donde son fijos el 81,22%) y también de más corta duración. Y es que, ha asegurado, el 8% de los médicos eventuales que trabajan en la Sanidad pública lleva 20 años trabajando en el sistema. Esa temporalidad «vulnera la ley», denuncian los médicos, y está siendo dirimida en los tribunales europeos.


Alto grado de burnout

Los médicos españoles, que ahora afrontan las consecuencias físicas y psicológicas del estrés sufrido durante la pandemia, ya partían de una situación de burnout o desgaste emocional en el ejercicio de su profesión. Según las casi 20.000 respuestas, más de la mitad (55,7%) ya estaban emocionalmente agotados y uno de cada cuatro se sentía «muy cansado emocionalmente».

En general, uno de cada tres médicos está insatisfecho con el ejercicio de su profesión, la mayoría (65%) por «la carga laboral» y en segundo lugar (33%) por el nivel de exigencia. «Después del esfuerzo desorbitado que se ha hecho cabe pensar que el burnout en este momento sea más alto y preocupante», ha dicho García.

La encesta refleja también que el 43% de los médicos han tenido problemas para conciliar y que el 38% tiene problemas para librar el días después de una guardia. Uno de cada 10 médicos no libra nunca después de las guardias. El 39% de los médicos cree que la mejor forma de organizar las guardias tendría que limitarlas a turnos de 12 horas, no de las 24 actuales.

La superescalada de la telemedicina tras la desescalada hacia la nueva normalidad

Fuente: byzness.elperiodico.com
Autor: Alberto E. Porciani – TOP DOCTORS

Hemos cambiado, el COVID-19 nos ha obligado a hacerlo. Si en situaciones “normales” la congestión de las consultas y hospitales, así como las consecuentes largas listas de espera de los pacientes son una realidad en nuestro país, con un promedio de 7’26 visitas al médico por habitante según cifras dadas por Eurostat en 2017 muy por encima del europeo que se sitúa en 6’8, ahora, el coronavirus ha hecho que el sistema se encuentre al borde del colapso.

El deber y la obligación de todos los que formamos parte del sector ha sido ayudar en la medida de lo posible, poniendo a disposición todo lo necesario para no llegar a ese punto. La digitalización ha sido clave para ello.

La telemedicina
ha permitido no solo atender a posibles casos de coronavirus antes de derivarlos presencialmente a los centros ayudando así a descongestionar las urgencias, sino que además ha ayudado a no dejar en el olvido a pacientes que, sin continuar con su seguimiento o tratamiento, perdían toda esperanza de calidad de vida. Y sobre todo, proteger a los sanitarios.

Pasar consulta, mantener terapias, seguir rehabilitaciones y revisiones, realizar sesiones clínicas, reuniones médicas, intercambiar documentos y recetas electrónicas. Todo eso se ha convertido en una realidad y los resultados son claros. Entre enero y marzo, las empresas de salud digital obtuvieron a escala global más de 2.700 millones de euros en 107 acuerdos, 1,5 veces superior al total del primer trimestre de cualquier año anterior, según un informe de la firma de capital riesgo Rock Health.

La demanda de soluciones tecnológicas para el sector salud se ha multiplicado por 30 en dos meses

El COVID-19 ha dibujado un nuevo panorama de actuación. Ha hecho que, de la noche a la mañana, nos encontremos en un plano sanitario tecnológico futuro, al que muchos pensaban que no llegarían. De hecho, los players tecnológicos hemos pasado de tener que dedicar horas y horas a intentar demostrar que la transformación digital del sector salud ayuda a trabajar de un modo eficaz, ágil, cómodo y accesible para todos, a que la demanda de este tipo de soluciones tanto por parte del sector privado como del público se multiplique por 30 en dos meses, y consiguiendo que las herramientas consigan soportar de forma fluida de este aumento de demanda. Solo en nuestra plataforma Top Doctors casi 1.500 nuevos médicos y centros han activado el servicio de telemedicina en las últimas 3 semanas y el número de consultas médicas a través de este medio se ha multiplicado por 10.

Ahora que las consultas están retomando la actividad en las fases de desescalada, la gran mayoría continúan haciéndolo a través de telemedicina, estableciendo una estricta política de citaciones en consulta a los pacientes urgentes y manteniendo en video consulta al resto de citas médicas, que son pacientes que necesitan retomar el cuidado de su salud cuanto antes, pero deben hacerlo sin riesgo.

Bajo mi punto de vista, todavía va a existir un paso más en el uso de estos sistemas
que lo detectaremos con el avance de la nueva normalidad, fase en la que el concepto de telemedicina quedará totalmente integrado en la atención médica convencional, así como en la oferta dada por todas las aseguradoras, quienes sin duda ofrecerán este sistema dentro de sus coberturas y servicios para dar soporte a sus asegurados. Para que esto llegue, deben volcarse tanto las áreas sociales, sanitarias, empresariales, educacionales y sobre todo las gubernamentales. Ya que lo cierto es que España no cuenta hoy con una regulación específica en esta materia, pero deberá establecerse.

Porque el desarrollo se ha llevado a cabo siempre bajo una máxima de seguridad, para encriptar los datos que se manejen y las conversaciones mantenidas, y mantener la anonimidad del paciente. Para ello, se ha recurrido a la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y Comercio Electrónico, así como a normativas en materia sanitaria como por ejemplo la Ley 41/2002 de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. Y por supuesto, basándose en la protección de datos del Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 (en adelante, “RGPD”) y a la Ley Orgánica 3/2018 de 5 de diciembre de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales.

En definitiva, de estos momentos tan duros estamos aprendiendo todos, estamos viendo necesidades y resolviendo carencias en tiempo record. Y todo gracias a la digitalización, que ha ayudado a que el sistema sanitario cierre telemáticamente el círculo en la relación médico-paciente y, sobre todo, sin salir de casa.

La menopausia no causa Alzheimer pero ¿por qué está vinculada con la aparición de la enfermedad?

Fuente: www.infobae.com

Las mujeres representan casi dos tercios de los pacientes con Alzheimer.
Primero se consideró que su expectativa de vida mayor a la de los varones podía explicar el fenómeno. Luego se identificó una diferencia en la acumulación en el cerebro de tau y beta amiloides —proteínas que cuando se aglomeran en placas destruyen neuronas— por género.
Y ahora los investigadores exploran la posibilidad de que los cambios hormonales vinculados con la menopausia afecten el desarrollo de la enfermedad.

“La verdad es que el Alzheimer no es una enfermedad de la vejez, es una enfermedad de la edad mediana”, dijo a The Wall Street Journal (WSJ) Lisa Mosconi, directora del Proyecto sobre el Cerebro de la Mujer de Weill Cornell, en Nueva York. “En realidad los cambios en el cerebro comienzan hacia la mitad de la vida”.

Son precisamente los efectos de la menopausia en el cerebro los que causan la sudoración nocturna, las oleadas de calor y los cambios en la memoria. Se debe a la disminución de los niveles de estrógeno, una hormona que protege el cerebro femenino contra el envejecimiento y estimula la actividad neuronal.

“No es que la menopausia cause Alzheimer”, aclaró Mosconi. “Más bien es que para la mujer promedio, si tiene predisposición al Alzheimer, la menopausia puede ser un acelerador del proceso”.

Se cree que el estrógeno puede impedir la aglomeración de tau y beta amiloides: los estudios indican que con la declinación de su producción, el metabolismo del cerebro parece volverse más lento y menos eficiente. Pero desde 2003, la investigación científica también comprobó que la terapia de reemplazo hormonal aumenta el riesgos de ataque cardíaco y de cáncer de mama.

El momento y la forma de administración de la terapia de estrógeno podrían ser importantes para proteger el cerebro contra el Alzheimer sin aumentar el riesgo cardíaco o de cáncer de mama.

Como esos trabajos se hicieron en mujeres de 63 años de promedio, con más de una década desde su menopausia, queda por identificar qué sucede con la terapia de reemplazo hormonal en las mujeres de 50 a 53 años, ya que en ese subgrupo los resultados fueron distintos.

“Muchos factores complican este asunto”,
dijo al periódico Howard Hodis, profesor de medicina preventiva en la Universidad de California del Sur en Los Angeles. “No es sólo el momento correcto para que una mujer comience con la terapia de reemplazo hormonal sino también el tipo de régimen de hormonas y la forma de administración”.

En un estudio reciente, Mosconi y sus colegas documentaron cómo cambia el cerebro de la mujer antes y después del fin de su ciclo fértil. Las 59 participantes en el estudio mostraron tasas más altas de disminución de la energía cerebral y un mayor achicamiento de los centros de memoria, al igual que tasas más altas de placas de Alzheimer, en comparación con 18 hombres de edad similar.

“Los cerebros de las mujeres parecen envejecer más rápidamente que el de los varones durante la transición a la menopausia”, dijo Mosconi a WSJ. “Este proceso acelerado de envejecimiento probablemente está vinculado a la pérdida de estrógeno en el cerebro y a los cambios hormonales que suceden en el cerebro”.

No obstante, las mujeres sufren esas alteraciones con diferente intensidad. Aproximadamente el 20% no siente nada con los cambios hormonales de la menopausia, mientras que el 80% restante siente efectos que van desde moderados a graves.

En otro estudio, Mosconi utilizó la tomografía por emisión de positrones (PET) como método para analizar la actividad cerebral de 42 mujeres sanas de entre 40 y 60 años y 18 hombres de las mismas edades.
Las mujeres en la perimenopausia (el periodo de transición hacia la menopausia, que dura entre uno y cinco años) mostraron una reducción del metabolismo cerebral entre el 15% y el 20% en comparación con los varones. Y las mujeres en la postmenopausia (cuando ya ha terminado el ciclo reproductivo) mostraron placas de Alzheimer, lo cual indica un riesgo mayor a desarrollar la enfermedad.

Hodis hizo un estudio sobre más de 600 mujeres en grupos que tomaron estrógeno vía oral o bien en los primeros seis años del cambio hormonal o más de 10 años después de alcanzada la menopausia. Sus hallazgos indicaron que aquellas que habían hecho el reemplazo tempranamente tuvieron una reducción en el avance de la arteriosclerosis, que puede llevar a derrames cerebrales y ataques cardíacos.

También Roberta Diaz Brinton, directora del Centro para la Innovación en Ciencias del Cerebro de la Universidad de Arizona en Tucson, autora del estudio de 2017, dijo a WSJ que la terapia de estrógeno podría ser una intervención útil para las mujeres en la perimenopausia que sufren mucho por síntomas como oleadas de calor, insomnio y depresión, y actualmente estudia si cumple algún papel en el riesgo de Alzheimer.

Diaz Brinton desarrolló una fórmula que apunta solamente a los receptores de estrógeno en el cerebro, no en las mamas o en el útero. Tras haber comprobado su seguridad, ahora quiere averiguar si tendría eficacia contra el Alzheimer. Pero advirtió: “La terapia de estrógeno solamente no va a ser la panacea. Ejercicio, dieta y sueño. Todo eso es importante”.

Ella también trabaja para establecer el momento adecuado.
La terapia de reemplazo hormonal no se ha mostrado útil en mujeres de más 60 años, pues no sufren ya los síntomas de la menopausia. Es probable que el momento para intervenir, en su opinión, sea la perimenopausia.

Coronavirus y EPOC: una relación en el filo de la navaja

Fuente: www.muyinteresante.es
Autora: Sandra Pulido

Los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) parecen tener menos posibilidades que el resto de ser infectados por el SARS-CoV-2, pero este microorganismo resulta especialmente peligroso para ellos.

Los resultados de los primeros estudios y lo observado en los últimos meses en los hospitales españoles indican que los pacientes aquejados de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) corren un riesgo de ser infectados por el coronavirus SARS-CoV-2 similar al de la población general.

Sin embargo, los que llegan a ingresar en los hospitales a causa de COVID-19, la enfermedad que causa este microorganismo, tienen peor pronóstico que la media. Las investigaciones confirman que en los casos más graves, el coronavirus desencadena en el organismo lo que se denomina tormenta de citocinas. Estas proteínas, también llamadas citoquinas, ayudan a combatir las infecciones, pero, cuando se activan demasiadas, el sistema inmune acaba atacando al cuerpo y generando un proceso inflamatorio descontrolado que puede resultar letal.

Quedan por conocer y entender más detalles de este fenómeno en los pacientes con COVID-19, pero las observaciones clínicas apuntan a que cuando la respuesta inmune no controla el virus –por ejemplo, en el caso de las personas mayores con un sistema inmune debilitado–, aquel se propaga más eficazmente y daña los pulmones. Provoca una hiperinflamación de tales órganos que estaría asociada al síndrome de insuficiencia respiratoria aguda o síndrome de distrés respiratorio del adulto (SDRA), descrito como la principal causa de mortalidad por COVID-19.

Enfermedades respiratorias previas: ¿un factor de riesgo?

Paradójicamente, las personas con enfermedades respiratorias crónicas no se están viendo especialmente afectadas por el nuevo virus que ha puesto el mundo patas arriba. Los datos disponibles hasta el momento muestran que las comorbilidades (la presencia de enfermedades coexistentes o adicionales en relación con el diagnóstico inicial) más frecuentes en los hospitalizados con COVID-19 son la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el tabaquismo.

Debido a que los individuos con dolencias respiratorias crónicas –especialmente asma y EPOC– son más susceptibles de sufrir infecciones víricas, se los consideraba un grupo potencialmente más vulnerable a la infección por SARS-CoV-2. Pero los expertos afirman que “a día de hoy no hay ningún dato que haya confirmado esta sospecha”.

En un reciente seminario online organizado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), José Tomás Gómez Sáenz, coordinador del Grupo de Trabajo de esta, afirmó que a los pacientes con enfermedades respiratorias “no les va particularmente mal con esta nueva dolencia”. ¿Por qué? “Quizá se han protegido más desde el principio por el miedo a contagiarse, o quizá sus tratamientos funcionan. Todavía no se ha podido encontrar una explicación clara”. Los datos recopilados en España indican que el porcentaje de personas con EPOC ingresadas por COVID-19 no es superior en términos relativos al de la población general. En la serie más amplia publicada hasta el momento, de 1590 casos analizados, solo veinticuatro –un 1,5 %– tenía EPOC, y ninguno asma.

Carrera de la mujer

Lo que sí se ha comprobado es que, como cabía esperar, tener enfermedad pulmonar obstructiva crónica es mala cosa cuando el coronavirus entra en la ecuación: “Por lo general, los afectados tienen peor pronóstico, y su índice de mortalidad resulta mayor”, asegura Marina Blanco, coordinadora del Área de Asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Por su parte, Leovigildo Ginel, secretario del Grupo de Trabajo de Respiratorio de SEMERGEN, aclara que “los pacientes con dolencias respiratorias crónicas no tienen un mayor riesgo de infectarse por el virus SARS-CoV-2, y la forma en que se presenta la COVID-19 en ellos no difiere de la del resto de la población. Lo importante es que tales enfermedades crónicas estén bien controladas; en este sentido, la principal recomendación es que los pacientes cumplan correctamente con sus tratamientos habituales”.

Además, el doctor Ginel recomienda, tanto a los asmáticos como a los afectados de EPOC, que “usen los inhaladores de cartucho presurizado con cámara de inhalación, en lugar de nebulizadores, ya que estos últimos producen aerosoles en el ambiente que aumentan las posibilidades de contagio por el SARS-CoV-2”. Si sufren un empeoramiento agudo de sus síntomas, deben utilizar medicación de rescate (broncodilatadores de acción corta) junto con las medidas específicas para cada enfermedad.

La doctora Blanco ha observado en un estudio in vitro que los corticoides que inhalan habitualmente los enfermos de EPOC disminuyen la replicación viral del SARS-CoV-2. “Habrá que confirmar los resultados, pero esto podría explicar por qué entre estas personas hay un porcentaje menor de casos de COVID-19 que en el resto de la población. “Existe otra teoría que explica este fenómeno –añade–, pero afecta a una minoría de pacientes y no se puede extrapolar. Algunas personas con EPOC toman azitromicina tres días por semana”. Es un antibiótico que se está utilizando para frenar la COVID-19, así que podría existir una relación.

Lo que sí parece muy claro es que la enfermedad causada por el nuevo coronavirus surgido en China a finales de 2019 tiene más posibilidades de ser grave en el caso de los pacientes con EPOC y los fumadores. Unos y otros poseen en las células epiteliales bronquiales del tracto respiratorio inferior una mayor cantidad de receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE-2), la puerta que abre el SARS-CoV-2 para penetrar en las células donde se replica. Según la doctora Blanco, “esto puede explicar el hecho de que en los pacientes con EPOC la enfermedad resulte más peligrosa. Lo que no sabemos es si los tratamientos basados en los broncodilatadores o la inhalación de corticoides pueden modular la expresión de estos receptores”.

Las comorbilidades respiratorias de la COVID-19

Cuando dos enfermedades o más coinciden en una persona hablamos de comorbilidad. A veces, estas dolencias interactúan y empeoran la evolución de unas y otras. Julio Ancochea, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), comenta que en su centro y en el caso de la COVID-19 ponen el énfasis en estas comorbilidades: las dolencias cardiovasculares, la hipertensión y la diabetes; y no tanto en el asma y la EPOC, “que son minoritarias”.

Según dice, “hemos revisado un estudio publicado en la revista The Lancet Respiratory Medicine que analizó si estas dolencias respiratorias y sus tratamientos eran factores de riesgo en pacientes de China, Taiwán, Hong Kong, Canadá. La conclusión es que, dentro de las comorbilidades, la EPOC y el asma están muy poco presentes”.

¿Por qué? Ancochea nos lo explica a partir de estos tres factores:

Infradiagnóstico: “En España se diagnostican poco estas enfermedades. Y en China aún menos. Si la dolencia no está previamente registrada en una persona, no se hace constar”.

Respuesta inmune:
“Algunos especialistas tienen la teoría de que los pacientes que sufren asma y EPOC presentan una respuesta inmune particular frente al SARS-CoV-2. Sin embargo, es un hecho que aún no se ha podido demostrar”.

Los tratamientos: “Muchas personas con síntomas fuertes de asma y EPOC inhalan corticoides, a menudo asociados a broncodilatadores. ¿Hasta qué punto estos corticoides inhalados ejercen un efecto antiinflamatorio que puede inhibir la replicación del virus y la fase inflamatoria con producción de citocinas? No está nada claro, pero es una hipótesis que mantienen unos cuantos investigadores”.

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