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En general, el mobiliario geriátrico debe cumplir una serie de características que se adapten a las circunstancias de su usuario, por ejemplo, suelen estar fabricados en madera de resistente haya, sus tapicerías son de material inífugo, fácil lavado e impermeables, además de estar hechas de un tejido antiparasitos que a la vez repele el polvo, lo que hace paliar el problema de los ácaros.
A su vez, el mobiario, por seguridad, debe presentar esquinas redondeadas y por ejemplo las mesas, deben de carecer de travesaño que dificulte el uso a las personas con movilidad reducida que use silla de ruedas.
Deben cuidarse también aspectos del entorno como: radiadores cubiertos para evitar quemaduras, suelos antideslizantes para prevenir las caídas, usar colores cálidos y acogedores para las estancias, una buena iluminación y una temperatura ambiente en torno a los 20ºC.
Se recomiendan los grifos que no serán de accionamiento manual y el jabón debe suministrarse mediante dosificadores.
Hoy en día, se cuenta además con muchos avances introducidos por la Domótica, que hace la vida más fácil al anciano (ej. teleasistencia) y que a su vez, ayudan a ahorrar recursos en los hogares o centros geriátricos (luces programadas para encenderse cuando detectan movimiento o por un determinado intervalo de tiempo, termostatos que regulan la temperatura constante de las estancias, persianas que se accionan desde la cama, etc)
A continuación, hacemos referencia a parte del mobiliario y ayudas técnicas más importantes que nos encontraremos a la hora de trabajar con ancianos:
Sillones geriátricos
La ergonomía es la ciencia que estudia al ser humano con la finalidad de adaptar los trabajos, objetos y ambientes a sus necesidades y circunstancias.
Tres puntos básicos se tienen en cuenta en los estudios y diseños ergonómicos:
– Las horas de uso al cabo del día – Las características físicas del usuario
– La actividad a que se destina el mueble
Los sillones,suelen disponer de varios complementos compuestos por una serie de accesorios posturales que sirven para obtener una máxima sujeción al sillón (orejeros, cojín lumbar, cuñas laterales…)
En general, las personas mayores van perdiendo fuerza muscular, la amplitud en las articulaciones disminuye y va acompañada de procesos dolorosos y retracciones, los reflejos se retardan y los huesos se vuelven frágiles; todo el trofismo (capacidad de regeneración de los tejidos) se retarda con la posibilidad de que aparezcan ulceraciones por presión; todos estos síntomas, que no son patológicos per se, pero que se acentúan con la edad, deben tenerse en cuenta al buscar un sistema de sedestación adecuado.
Preguntado a los ancianos sobre sus problemas de sedestación, se establecen unas exigencias básicas:
PROBLEMAS DE SEDESTACIÓN
– Dificultad para levantarse desde la posición de sedente
– Dificultad para propulsar la silla de ruedas
– Inestabilidad postural – Tamaño inadecuado de la silla para sus necesidades.
EXIGENCIAS Y CONSIDERACIONES BÁSICAS
– facilitar la acción de levantarse – ofrecer un apoyo estable y una distribución de las presiones óptima. – tamaño adecuado al usuario
– permitir otras actividades
– ofrecer seguridad al usuario
– facilidad de transporte – resistencia al deterioro y fácil limpieza
– permitir el acceso de la persona que asiste al anciano.
recomendaciones ergonómicas generales
Las que posibiliten partiendo de unas características estándar la individualización; se deben contemplar las siguientes recomendaciones generales:
El asiento: deberá tener la altura, profundidad e inclinación adecuadas a las medidas M usuario; la razón fundamental está en la necesidad de evitar compresiones en las corvas (parte trasera de las rodillas). La forma correcta de tomar la medida es que el usuario esté sentado (hasta el fondo del asiento) con la espalda apoyada en el respaldo y los pies que descansen en el suelo, con toda la planta, manteniendo la triple flexión de 900.
El respaldo será adaptable a las curvas fisiológicas de la espalda con la posibilidad de poner un reposacabezas. El respaldo puede s e r inclinable independientemente del asiento o conjuntamente con él.
El acolchado, además de ser de fácil limpieza es preferible que sea desenfundable, ya que es un objeto de uso cotidiano; deberá ser firme para evitar que el usuario se hunda y dificulte la incorporación.
En cuanto al material, se debería intentar que sea ignífugo y que no impida la transpiración.
Los reposabrazos tendrán que tener una altura adecuada para que los brazos descansen, sin obligar a los hombros a elevarse o descender, ya que esto implicaría a una mala postura en todo el tronco. La longitud de los reposabrazos, debe ser tal que sobresalgan un poco del asiento para ayudar a la incorporación. Un acabado sin esquinas evitará la posibilidad de herirse.
Si el usuario necesita ayuda para transferirse desde una silla de ruedas, se beneficiará de unos reposabrazos abatibles que permitan la transferencia lateral.
En cuanto a la incorporación, es muy importante que el espacio de debajo del asiento esté libre para que el usuario pueda situar sus pies de una manera apropiada para facilitar la incorporación.
grúas geriátricas
Antes de usar una grúa, es esencial valorar si la persona puede o no ser entrenada para realizar la transferencia independientemente, o si esto puede ser conseguido con una ayuda mínima o una simple modificación del entorno. Sólo si la transferencia independiente es imposible, se debe considerar el uso de una grúa.
Se deberá considerar la patología, su curso y la respuesta al tratamiento, las capacidades y deseos de la persona y sus cuidadores, los soportes corporales disponibles y las características arquitectónicas del hábitat.
Las personas con discapacidad y su familia deberán implicarse en la selección de la grúa ya que si no es totalmente aceptada caerá en desuso y se habrá realizado un gasto innecesario.
El asistente debe ser entrenado para usar la grúa y el soporte corporal correctamente y con seguridad y con la grúa deben las instrucciones de uso y mantenimiento que el usuario necesita.
Grúa móvil
Son las que con mayor frecuencia podemos encontrar en los centros residenciales o/y asistenciales y pueden requerir determínadas exigencias en cuanto a espacio, disposición del mobiliario, habilidad para su manejo, mantenimiento y elección de los diferentes soportes corporales.
Disponen de una base con ruedas. La base puede ser de anchura fija o regulable; la posibilidad de cerrar las patas para pasar por lugares estrechos es imprescindible en la mayoría de los casos, pero se debe probar que la grúa no se desestabilice con el peso del usuario. Las grúas móviles no permiten el giro del asiento o del soporte corporal sobre su eje, por lo tanto deben aproximarse lo máximo posible a los puntos entre los que se realizan las transferencias.
Grúa fija
Se instalan mediante un pie que queda fijo en el suelo o bien un soporte anclado a la pared. Los anclajes deben ser firmes en ambos casos. No permiten el traslado del usuario por el resto de la casa. Otra posibilidad es una grúa fija en la cual se puede acopiar un chasis con ruedas para pemitir el traslado por la casa.
Grúas de railes o techo
Los railes se colocan en el techo, éste debe soportar el peso de la estructura y es imprescindible saber si reúne las características arquitectónicas necesarias. El recorrido está limitado según las necesidades del usuario.
En la sección “enlaces” de infogerontologia.com, en el subapartado “ayudas técnicas” encontrará diversos links que ofrecen variada información acerca de mobiliario adaptado, domótica, alquiler de ayudas técnicas, etc. que espero sea de su interés.
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