enfermedades del sistema óseo

El proceso de envejecimiento conlleva una serie de cambios fisiológicos y estructurales sobre el organismo a todos los niveles. En concreto, uno de los sistemas que más afectados se ven con la edad y cuya afectación resulta más incapacitan, es el sistema osteoarticular.

El 81% de los mayores de 65 padece algún tipo de alteraciones en los huesos, aumentando hasta el 93% en mayores de 85 años. En general, estos problemas aparecen más en mujeres que en hombres, debido a factores ligados al sexo (como la osteoporosis) o al mero hecho de que ellas son más longevas.

Cambios osteoarticulares unidos al envejecimiento

La masa ósea disminuye a medida que las personas envejecen, siendo más rápida e importante esta pérdida en las mujeres durante la menopausia.

Durante el envejecimiento, se producen una serie de cambios en el sistema músculo-esquelético:

. La columna vertebral se curva y comprime, contribuyendo a la típica cifosis que disminuye la talla corporal.

. Los arcos del pie se vuelven menos pronunciados y los mayores, tienden a apoyar todo su peso en la parte interna de los mismos, lo que conlleva una ligera pérdida de equilibrio y una alteración de la marcha

. Debido a la pérdida de mineral, los huesos se vuelven frágiles y por tanto, más vulnerables a fracturas.

. El líquido intraarticular disminuye y el cartílago se erosión, por lo que las articulaciones se vuelven más rígidas, menos flexibles y por tanto la amplitud de movimientos empeora.

. Las fibras musculares encogen y la mayoría se pierden y son sustituidas por tejido fibroso, lo que junto con las pérdidas de conexiones dendríticas y neuronas, hace que disminuya el tono, la capacidad para contraerse y por tanto la fuerza y capacidad de movimiento en el anciano. Esta debilidad muscular, conduce a fatiga, debilidad y disminución de tolerancia a la actividad y por tanto, la aparición de contracturas musculares.

. La absorción de calcio empeora con la alteración de los niveles hormonales, por lo que un suplemento de calcio en la dieta cobra una especial importancia.

. El déficit de estrógeno en la mujer postmenopáusica, supone una pérdida de aproximadamente un 15% de su masa ósea. La menor actividad física es responsable de una pérdida del 6% y si la dieta es deficiente en calcio y vitamina D, se va a producir un 16% adicional de pérdida de masa ósea en personas de edad avanzada.

Enfermedades articulares

1. Artritis

Se trata de un proceso de inflamación o desgaste de una articulación.

Su etiología es diversa: puede deberse a un traumatismo o agresión local , a un depósito de cristales de ácido único en la articulación (artritis gotosa), o ser la respuesta a procesos inflamatorios de origen inmunológico (artritis reumatoide, lupus eritematoso).

Sin embargo, en los ancianos, es común encontrarse con que las articulaciones sufren un desgaste con el paso de los años. Se trata de una enfermedad degenerativa, que sin el debido tratamiento, empeora con el tiempo. Se trata de la artrosis u osteoartritis, la artritis más asociada a la edad.

La artritis tiene una gran incidencia, afectando a millones de personas en todo el mundo. En cuanto a su prevalencia, el 60% de las personas afectadas son mujeres. La edad en la que comienza a desarrollarse es entre los 30 y 40 años, aunque no suele mostrar sintomatología hasta una edad más avanzada, alrededor de los 55-65 años.

La enfermedad tiene una alta repercusión social, pues produce un deterioro progresivo de la movilidad. Puede afectar a varias articulaciones o presentarse de forma aislada y se caracteriza por exacerbaciones y remisiones.

Sus manifestaciones clínicas son:

. Dolor en la articulación
. Tumefacción articular
. Calor y enrojecimiento
. Rigidez
. Pérdida de la función articular
. Limitación de los movimientos
. Pérdida progresiva de fuerza
. Temblores en las extremidades y los dedos
. Deformaciones en las articulaciones afectadas
. En casos complicados, puede incluso producirse un derrame articular

El tratamiento para la artritis es sintomático, consistiendo en reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. El tratamiento puede ser farmacológico ( AINEs, Corticoesteroides o fármacos que modifiquen su evolución) y también no farmacológico ( aplicación de frío o calor local, ejercicios articulares para prevenir una mayor rigidez, reemplazo articular, especialmente de cadera y rodilla)

2. Artrosis

La incidencia de la artrosis se sitúa en torno a 428 por cada 100.000 habitantes al año.

En cuanto a su prevalencia, el proceso puede empezar en la tercera década de la vida, aunque las alteraciones degenerativas no se manifiestan hasta la edad mediana (55-65 años). El 70% de los mayores padecen la enfermedad, pero sólo la mitad desarrollan síntomas.

Afecta por igual a ambos sexos hasta los 50 años, pero a partir de esa edad, la incidencia pasa a ser mayor en las mujeres, en las que la enfermedad suele ser más severa, con tendencia a la afectación de múltiples articulaciones.

Clínicamente, es útil clasificarla en dos grupos:

2.1 Artrosis primaria o ideopática

Su causa es desconocida o relacionada con factores hereditarios. Es la más habitual

Factores predisponentes:

. factor genético o herencia
. Edad: empieza en la tercera década de vida, aunque se manifiesta a mediana edad (55-65)
. Sexo: igual hasta los 55, pero a partir de aquí, más acusada y severa en la mujer
. Obesidad: dos veces más frecuente en obesos y afecta más a las articulaciones de carga

2.2 Artrosis Secundaria

Es posible identificar una alteración previa de la articulación. Algunas de las muchas causas son los traumatismos previos, los traumatismos repetidos en algunas profesiones, o enfermedades congénitas previas de la articulación.

Factores que pueden aumentar la progresión de un proceso degenerativo ya existente pero que todavía no se ha manifestado:

.Factores inflamatorios (artritis reumatoide)
.Trastornos metabólicos (depósitos gotosos de uratos, hemocromatosis,…)
. Factores biomecánicas: el cartílago es propenso a la fatiga cuando se le aplica clínicamente una sobrecarga de magnitud suficiente

La inmovilidad prolongada de una articulación en posición forzada, va seguida de la formación de adherencias entre la membrana sinovial y el cartílago articular en aquella parte de la articulación en donde no están en contacto las superficies articulares, presumiblemente como resultado de la perturbación en la nutrición.

Entre otras causas encontramos:

. Efectos hormonales: la acromegalia afecta particularmente al cartílago
. La diabetes: es causa de anormalidades progresivas de los condrocitos, siendo los diabéticos particularmente susceptibles a la artrosis.
. Agentes químicos: los agentes químicos administrados por vía general o local, afectan a la viabilidad y a la actividad metabólica de los condrocitos del cartílago articular (condromalacia focal o artrosis incipiente)
. Hemorragia intrasinovial repetida: defectos de los factores de coagulación pueden conducir a la lesión grave del cartílago articular, así como de las estructuras óseas subcontrates.
. Traumatismos: artrosis secundarias a traumatismos

Signos y síntomas

. Músculo esqueléticos:

- dolor profundo generalmente localizado en la articulación o articulaciones afectadas
- limitación de la movilidad articular
- deformidad articular: desviaciones óseas importantes y nódulos
- deterioro de la marcha
- derrames articulares

. Tegumentarios:

- palidez o enrojecimiento en las articulaciones

En el tratamiento de la artrosis se deben citar cuáles son los problemas del paciente a resolver. Debe ser un tratamiento personalizado. Los objetivos del tratamiento son:

. corregir factores asociados
. disminuir el dolor
. preservar y recuperar la capacidad funcional
. evitar la progresión de la enfermedad

El tratamiento puede ser farmacológico ( analgésicos y antiinflamatorios, corticoides intraarticulares, viscosuplementación) y no farmacológico (educación del paciente, corrección del peso, fisioterapia, ejercicios) y tratamiento quirúrgico (osteotomías, desbordamientos, artoplastia, artrodesis)

Enfermedades óseas

1. Osteoporosis

La incidencia de osteoporosis es muy elevada, tratándose de una enfermedad que afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo.

Aumenta con la edad y es superior en las mujeres en relación 1:6, aunque esta relación disminuye a 1:2 a partir de los setenta años. Afecta a un 20% de las mujeres de más de 45 años y a un 40% de las mujeres mayores de 75. Esto se debe principalmente a dos factores: la menopausia, donde la disminución de los niveles de estrógeno acelera la resorción ósea, y la mayor esperanza de vida en las mujeres.

Este trastorno esquelético no tiene un comienzo bien definido, de tal manera que hasta hace poco, el primer signo visible de la enfermedad acostumbraba a ser una fractura de cadera, muñeca o de los cuerpos vertebrales que originaban dolor o deformidad.

Aún así, podemos destacar síntomas como:

. Dolor punzante y brusco a la altura de las últimas vértebras dorsales o las primeras lumbares durante la actividad o el reposo.
. Hundimiento y degeneración de las vértebras, lo que aumenta el riesgo de fractura de las mismas (incluso por toser o estornudar) y que además aumenta la cifosis dorsal que acaba por deformar la espalda y reducir la talla de quien padece esta enfermedad.
. Fracturas, siendo las más comunes la de muñecas, cadera y vértebras. En muchos casos, la fractura no se producirá por una caída, sino que se produce por tensión, precipitando el desequilibrio que producirá la caída.

Existen diferentes métodos de muestreo para detectar la osteoporosis:

. Radiografía
. Densiometría
. Tomografía Axial Computerizada (TAC)
. Histomorfometría ósea

A lo largo de la vida, los huesos se remodelan de forma continuada mediante procesos de formación y resorción o reabsorción ósea. Hasta los 35 años predomina la actividad osteoblástica y a partir de esta edad, es la actividad osteoclástica la que prevalece y ocasiona la pérdida de pequeñas cantidades de hueso.

Con la llegada de la tercera edad, el deterioro fisiológico en el hueso, caracterizado por la acusada disminución de la capacidad ostoblástica, supone una importante debilidad ósea y con ello, una extrema fragilidad ante cualquier traumatismo mecánico.

Entre los factores de riesgo predisponentes a la osteoporosis encontramos:

. Edad avanzada
. Menopausia precoz, natural o quirúrgica
. Inmovilidad: La actividad física diaria ayuda a mantener el esqueleto en buen estado.
. Raza: La raza blanca cuenta con menos masa ósea y por tanto, un mayor riesgo de osteoporosis.
. Calcio insuficiente, ya sea por déficit en la dieta o por problemas hormonales.
. Deficiencia de vitamina D
. Consumo excesivo de alcohol
. Enfermedades concomitantes: síndrome de Cushing, diabetes, cáncer, hiperparatiroidismo, hipertiroidismo, etc.
. Fármacos como la heparina o corticoesteroides.

En cuanto al tratamiento, este puede ser no farmacológico ( ejercicio físico, medidas preventivas evitando factores de riesgo - tabaco, diabetes, algunos fármacos, malnutrición-), ingesta adecuada de calcio, aumentar los alimentos ricos en vitamina D) y farmacológico que complementa las medidas anteriores (calcitonina, bifosfonatos y estrógeno en caso de mujeres)

2. Osteomelitis

Es un proceso infeccioso que afecta al hueso o médula ósea, normalmente causado por bacterias. El organismo más común causante de esta enfermedad es el Etafilococo aureus, responsable de un 60-80% de los casos

A nivel clínico, podemos clasificar la osteomelitis en dos grupos:

2.1 Osteomelitis aguda

La vía de infección a menudo es hematógena. El inicio de la enfermedad es repentino y puede desencadenar un shock séptico.

2.2 Osteomelitis crónica

Generalmente como consecuencia de una lesión antigua que ocasiona el inicio de la infección que evoluciona durante meses o años, pudiendo permanecer inactiva o latente hasta presentar manifestaciones clínicas. En este momento aparece una osteomielitis que existe ya de tiempo si n que haya sido posible su diagnostico por falta de sintomatología.

Los factores de riesgo en el desarrollo de esta enfermedad, incluyen algunos asociados en cierta medida a la edad:

. Traumatismos (asociados a un mayor riesgo de caídas)
. Diabetes
. Hemodiálisis
. Infecciones de la raíz de una pieza dental
. Debilidad en general por el uso de medicamentos inmunosupresores
. Drogadicción intravenosa

Pruebas diagnósticas

De laboratorio

. analítica sanguínea
. Cultivos de sangre, de la superación o del secuestro óseo (en caso de que lo haya)
. La presencia de secuestros óseos así como la reactivación de un foco infeccioso antiguo supuestamente remitido.

Radiología:

. Radiografías
. Gammagrafía ósea con tecnecio y gammagrafía con leucocitos marcados
. Resonancia magnética o TAC

Tratamiento

En la osteomelitis aguda, está orientado a controlar y detener el avance del proceso infeccioso:

. Antiobioticoterapia masiva
. Inmovilización en reposo absoluto de la zona afectada
. Desbridamiento quirúrgico, instaurando un sistema de irrigación y aspiración contínua del foco infeccioso.

En la osteomelitis crónica:

. Secuestrectomía: para extirpar los fragmentos de hueso necrosados
. Inmovilización de la zona con un vendaje de yeso o férula para proporcionar soporte al hueso debilitado