daño cerebral adquirido (DCA)

Aunque el daño cerebral puede darse a cualquier edad, el envejecimiento progresivo de la población, están provocando un aumento de lesiones cerebrales susceptibles de tratamiento neuropsicológico. 

Se entiende por daño cerebral, una afectación directa sobre el cerebro, bien por causas externas o internas, que produce un compromiso de las habilidades funcionales físicas, psicosociales o cognitivas del sujeto.

Causas más comunes de daño cerebral

. Traumatismo craneo-encefálico (TCE):  Es un “golpe” en la cabeza, que afecta al cráneo y al encéfalo o cerebro, o solamente al cráneo. Este tipo de daño se ve agravado en los pacientes de mayores por ser más vulnerables a una caída.

. Ictus, accidente cerebrovascular  o accidente vascular cerebral (ACV):  En él se ven afectada la circulación cerebral, tanto de arterias, venas o capilares.  Las alteraciones se producen por obstrucciones circulatorias (trombosis, embolias) o bien por roturas de alguna vía (derrames cerebrales)

. Anoxias
. Intoxicaciones
. Infecciones cerebrales
. Tumores cerebrales
. Enfermedades degenerativas (Demencias, Parkinson, Esclerosis Múltiple...)
. Patologías neurológicas (epilepsia...)

Clasificación de secuelas del DCA

Se pueden clasificar en 5 grupos:

1.- Problemas en el nivel de alerta
2.- Problemas en la cognición y comunicación
3.- Problemas del control motor
4.- Problemas en las emociones y la personalidad
5.- Problemas en las actividades básicas de la Vida Diaria (ABVD)
6.- Problemas en la recepción de la información

Traumatismo craneoencefálico (TCE)

En cuanto al daño cerebral adquirido causado por TCE, el mejor remedio es la prevención de caídas por parte de las personas que llevan a cabo el cuidado de los ancianos o bien, llevando a cabo una adaptación ambiental de la residencia del mayor, para evitar posibles caídas accidentales.

Ictus

En el caso de los Ictus, existen diversos factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de que ocurran:

No modificables:

. Edad avanzada: pasados los 55 años, cada década vivida dobla el riesgo de padecer un ictus.

. Sexo: se producen, más o menos la misma cantidad de ictus en los dos sexos. No obstante, más de la mitad de las muertes son en mujeres.

. Herencia familiar y raza: el riesgo de sufrir un ictus es mayor si alguna persona de la familia lo ha padecido. Los negros tienen más riesgo de muerte y de padecer discapacidades más grandes que los blancos, en parte debido a que en esta raza la presión sanguínea elevada tiene más incidencia, y este problema es un factor de riesgo importante en ictus.

. Haber sufrido un ictus: una vez sufrido un accidente cerebrovascular, las posibilidades de padecer otro aumentan considerablemente.

. La estación del año y el clima: las muertes por ictus ocurren con más frecuencia con temperaturas extremadamente frías o calurosas.

Modificables:

. Hipertensión: es el factor de riesgo que mejor predice el ictus.

. Fumar: en los últimos años los estudios han demostrado que fumar cigarrillos es un factor importante de riesgo.

. Consumo excesivo de alcohol: el exceso de alcohol puede aumentar la presión sanguínea, aumentar la obesidad, los triglicéridos, el cáncer y otras enfermedades, causar fallos cardíacos y, en consecuencia, provocar un ictus.

. Ciertos tipos de consumo de drogas: tomar drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo de ictus debido a un émbolo cerebral. El uso de cocaína también se ha relacionado fuertemente a ictus, ataques de corazón y varias complicaciones cardiovasculares. Estos problemas se han dado, incluso, cuando se ha consumido por primera vez cocaína.

. Sobrepeso y obesidad.

. Sedentarismo

. Hipercolesterolemia.

. Diabetes Mellitus: es un factor de riesgo independiente y esta relacionada en gran medida con la presión sanguínea elevada. Aunque la diabetes se puede tratar, padecerla incrementa el riesgo de ictus. Los diabéticos suelen tener también el colesterol alto y sobrepeso, lo que aumenta todavía más sus riesgos.

Síntomas habituales

. Presencia de hormigueos
. desviación de la comisura de la boca hacia un lado
. pérdida de fuerza en alguna de las extremidades
. Visión alterada (borrosa o doble) en el ojo del lado opuesto del cuerpo (respecto a la extremidad afectada)
. Dificultades en la expresión o comprensión del lenguaje
. Amnesia para los hechos recientes
. Caídas

Se trata de una emergencia sanitaria y por tanto, se debe acudir con urgencia a un centro hospitalario ante la presencia de alguno o varios de estos síntomas.

En general, se habla de infarto cerebral, cuando los procesos de tipo isquémico, producen unas lesiones cerebrales de tipo irreversible.

Secuelas tras el ictus en ancianos

La mitad de los ictus o infartos cerebrales que afectan a los ancianos, dejan como secuela un trastorno importante en su capacidad para moverse.

A esta cifra hay que sumar los casos de ictus que pasan prácticamente desapercibidos para el paciente o para sus familiares y que tienden a repetirse. A este tipo específico de ictus los expertos se refieren como infarto lacunar y su acumulación a lo largo de los años es responsable de aproximadamente el 30% de la disfunción motora en ancianos con trastornos neurológicos bien definidos.

En la mayoría de los ancianos que han sufrido un ictus, incluso en aquellos casos en los que se han producido varios de estos infartos cerebrales a lo largo de los meses o años, la rehabilitación consigue buenos resultados.

El beneficio es posible porque la rehabilitación favorece la actividad en zonas del cerebro que están intactas.

Tratamiento neurológico para la alteración de la marcha

Con tratamiento neurológico, la alteración de la marcha en el anciano puede revertir en un 30% de los casos y en un porcentaje mucho mayor se puede controlar si se aplica un tipo de rehabilitación específico para este problema. La rehabilitación ayuda incluso a personas que tienen un trastorno neurológico cuya causa no dispone en la actualidad de tratamiento.

La rehabilitación de la marcha consiste en estudiar en cada paciente qué sistemas neurológicos están intactos para, a partir de ahí, enseñarle distintas estrategias motoras que consisten en utilizar esos sistemas en los que no hay lesión y, al mismo tiempo, prescindir de los sistemas dañados.

Es frecuente que la alteración de la marcha tenga su origen en la disfunción de unas estructuras localizadas en el centro del cerebro, denominadas ganglios basales y tálamo. En estos casos, se pierde el "piloto automático" de la marcha, que nos permite andar sin pensar en ello: en condiciones normales, uno anda y a la vez desempeña sin problema otras tareas como mirar las señales de tráfico o los escaparates. Sin embargo, al paciente con daño en los ganglios basales o tálamo, es preciso enseñarle a andar pensando en los pasos que da, sobre todo, en aquellas circunstancias que aumentan el riesgo de una caída, por ejemplo, al girar o al subir un escalón.

Respecto a las caídas, no es posible determinar con exactitud en qué porcentaje de casos el motivo es un trastorno neurológico.

En los problemas de motilidad del anciano, pueden confluir varias enfermedades y no es infrecuente que muchos mayores padezcan al mismo tiempo procesos reumatológicos y trastornos neurológicos. Por eso, es necesaria la realización de un estudio de población que tenga en cuenta todos los factores y su papel sobre el trastorno de la marcha y el equilibrio.