trastornos de alimentación

Problemas de la malnutrición en los mayores

Los problemas relacionados con una alimentación inadecuada son frecuentes en los mayores por una serie de circunstancias propias de esta edad. La obesidad y la desnutrición son los problemas más frecuentes. Ambos se pueden englobar dentro del término malnutrición.

Generalmente son más evidentes los trastornos del peso por exceso que por defecto. La frecuencia de la obesidad es muy elevada en nuestra sociedad.

Pero en los mayores también hay una proporción muy elevada de defectos de nutrición. La desnutrición es un problema de extraordinaria importancia que amenaza la vida y la función de forma más urgente que la obesidad.

Con la edad el metabolismo basal va disminuyendo lentamente, por lo que algunos recomiendan disminuir la cantidad de alimento ingerido. Sin embargo, excepto en obesos, esta recomendación no parece muy razonable, ya que podría explicar en parte la pérdida de masa muscular y el estado de desnutrición de muchas personas mayores.

Factores que alteran la alimentación

Los siguientes factores tienden a producir una menor ingesta de alimentos en los mayores:

. Los problemas de la boca: a esta edad se han perdido muchas piezas dentales y es difícil la masticación. Las prótesis dentales no son baratas, y no todos pueden disponer de ellas.

. Problemas sensoriales y pérdida de papilas del gusto: Al reducirse las sensaciones gustativas y olfativas se pierde interés por la comida, que puede dejar de ser un placer.

. Problemas del aparato digestivo que alteran la absorción de determinados nutrientes, como el calcio, la vitamina B12 o el ácido fólico. A veces también existen problemas para tragar.

. Incapacidad física: A veces el acceso a la comida es complicado por incapacidad física para ir a comprar o por falta de medios económicos suficientes. También se pierde la capacidad de hacer la comida por problemas de vista, de movilidad o mentales.

. Bajo estado de ánimo: Otras veces se altera el apetito por falta de ánimo como en la depresión u otras enfermedades debilitantes. La soledad es una factor muy importante. La comida es un acto social. Una persona sola come menos.

Además, puede llegar a no cocinar, bien porque no se ha cocinado nunca o bien porque se pierden las ganas de hacerlo para uno solo.

Otros factores tienden, por el contrario, a hacer aumentar la ingesta de alimentos:

. Falta de ejercicio.

. Malos hábitos alimenticios, los caprichos, el abuso de dulces, fritos o otras comidas poco sanas.

. El aburrimiento y la ansiedad.

. Algunas enfermedades como la depresión o el hipotiroidismo (déficit de hormonas del tiroides).

. Algunos fármacos: como los corticoides, que aumentan la retención de líquidos y cambian la distribución de la grasa corporal.

En cada persona, pueden predominar unos u otros, haciendo que esa persona adelgace o engorde progresivamente.

La obesidad

La vida sedentaria puede ocasionar un aumento de peso.

El peso excesivo se puede convertir en un gran problema de salud. Con la edad, la mayoría de las personas tienden a ganar peso. Con la jubilación, se reduce la actividad física de forma importante, por lo que es más fácil que, comiendo lo mismo, se aumente de peso.

Por otro lado, el metabolismo del cuerpo consume menos, porque se ha perdido masa muscular y la función de determinados órganos ha descendido. La actividad física se reduce aún más cuando empiezan a aparecer las incapacidades.

En general, el punto de menor mortalidad respecto al peso aumenta con los años, por lo que no es malo ganar un poco de peso con los años. El problema surge cuando el peso es excesivo, constituyendo una enfermedad en sí: empeora otras enfermedades como la hipertensión, la artrosis o la diabetes, y es un factor de riesgo de incapacidad.

En estos casos deberá perder peso. Y para ello, la única manera es reducir la ingestión de calorías y aumentar la actividad. Para perder peso, es posible que una discreta reducción en las calorías diarias totales sea más fácil de conseguir que la reducción drástica que exigen la mayoría de las dietas.

Si convierte esa pequeña reducción en un hábito, no en un sacrificio, a lo largo del tiempo (pasados muchos meses o algún año) podrá descubrirse más delgado. Esta pérdida de peso es más consistente que la de las dietas muy estrictas. Y además se aprende una forma más sana de comer.

Desnutrición

En estos países desarrollados, una enfermedad que es mayoritariamente infantil en el mundo subdesarrollado, se convierte en un problema de salud característico de los ancianos.

La desnutrición es un desequilibrio negativo entre el aporte de uno o más nutrientes al organismo y las necesidades de esos nutrientes, que produce una alteración en la forma o el funcionamiento del cuerpo. Lo primero que se detecta es la pérdida de peso.

Aparece en alrededor del 5% de las personas mayores en la comunidad, y aumenta enormemente en ancianos frágiles u hospitalizados. Afecta especialmente a aquellos individuos ancianos que precisan mayor atención sanitaria, complicando muchas veces otros problemas de salud y sociales.

Se debe estar alerta ante la posibilidad de una desnutrición en cualquier persona mayor, especialmente en aquellas con problemas de salud crónicos, frágiles o debilitados. El riesgo es muy grande en el momento de cualquier hospitalización (por muy sano que uno llegue al hospital) y en ancianos institucionalizados con alto grado de dependencia.

Es muy importante la prevención de la desnutrición, sabiendo en primer lugar que el riesgo existe, y teniendo en cuenta que este riesgo se puede reducir o evitar: se puede revisar el efecto de los fármacos, las enfermedades y las dietas terapéuticas, revisar la dentadura, comer acompañado, etc.

Puede ser útil llevar un registro de toda la comida y bebida ingerida durante algunos días, lo que nos permitirá hacernos una idea de algunas deficiencias o desequilibrios.