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enero 2023

Los pueblos son la mejor opción para envejecer en casa

Fuente: solidaridadintergeneracional.es

Permanecer en el domicilio propio no es solo la opción preferida por los mayores, sino también aquella que más beneficia a su salud y bienestar. Aunque hay viviendas que sufren lo que se denomina vulnerabilidad residencial.

Cada día los españoles viven más, lo que no significa vivir mejor. La población de mayores de 65 años no para de aumentar y la mayoría prefieren vivir en casa, en concreto, un 96,4% según el último censo. Un envejecimiento que aumenta de calidad dependiendo del lugar de residencia. El mejor lugar: los pueblos de menos de 2.000 habitantes.

La esperanza de vida no ha parado de aumentar en los últimos años en España. Tanto, que el crecimiento vegetativo de la población en el primer semestre de 2018 se situó como la peor desde 1941, el primer año que se tienen datos. Los ciudadanos se mueren más tarde y estos disfrutan de una vejez en mejores condiciones, algo que hace que las personas mayores decidan hacerlo en su vivienda.

En concreto, el 96,4% de las personas mayores de edad deciden pertenecer en sociedad y, preferiblemente, en su casa. Frente a ellos se sitúa el 3,6% que lo hace en residencia. Una opción que es más elevada entre las mujeres (4,3%) que entre los hombres (2,6%), según el estudio Envejecer en casa ¿Mejor en el pueblo o en la ciudad? realizado por el Observatorio Social de La Caixa.

Sin embargo, las viviendas no siempre cumplen con las características para favorecer un envejecimiento de calidad. Al contrario, muchas ellas exponen a sus inquilinos a situaciones de vulnerabilidad.

En España, un 20,1% de los mayores, más de 1,5 millones de personas, habitan en viviendas que sufren lo que se denomina vulnerabilidad residencial extrema. Esto significa que estos domicilios padecen carencias que tienen un impacto muy fuerte a cualquier edad, como la falta de accesibilidad o de calefacción.

En concreto, más de tres millones de personas no tienen calefacción ni aparatos para calentar su vivienda, más de cinco millones sufren problemas de accesibilidad y casi dos millones viven en un edificio de más de tres plantas sin ascensor.

A la cabeza de las dificultades más graves se encuentran no tener aseo en el interior de la vivienda, no tener agua corriente, no tener sistema de alcantarillado público o vivir en edificios en mal estado. Además, según este informe, el tamaño del municipio determina las buenas condiciones de la vivienda.

Los extremos, la mejor opción

Así, el porcentaje de personas que sufren vulnerabilidad residencial extrema es más elevado aun en las ciudades que tienen entre 10.0001 y 100.000 habitantes, pudiendo alcanzar hasta el 23,5% de la población mayor, lo que implica que el 37,1% del total de mayores en vulnerabilidad extrema en España residen en ciudades de tamaño medio.

“Los extremos (residir en un pueblo de menos de 10.000 habitantes, pero especialmente en los pueblos más pequeños, o bien en una ciudad de más de 500.000 habitantes) son los que ofrecen mayor protección”, afirma la autora del estudio y profesora de la Universidad Carlos III, Irene Lebrusán.

En concreto, los mejores lugares para envejecer en el domicilio son los pueblos de menos de 2.000 habitantes, con una tasa de situación de vulnerabilidad del 16,6%. Tras ellos, se sitúan los pueblos de entre 2.001 a 5.000 habitantes, con un 19,3%, y las ciudades de 500.000 o más habitantes, con 20,1%. Partiendo de estos datos, la autora afirma que las personas mayores que residen en ciudades medias están viviendo un “envejecimiento de segunda”.

Estas diferencias se deben, en primer lugar, a que las grandes ciudades se han visto beneficiadas por medidas dirigidas a erradicar la infravivienda y por un mayor control de los parámetros constructivos. En el caso de los municipios de menor tamaño, estos cuentan con mayores formas de solidaridad de acceso a la vivienda, lo que ha permitido la resolución de problemas de mayor gravedad.

Unas diferencias entre ciudades que es necesario erradicar.
Todo sea para que las personas mayores puedan vivir una vejez de calidad y participar en una sociedad de la que cada vez forman más parte.

CEAFA demanda adaptar la Ley de Dependencia a las necesidades de las personas con alzhéimer 

Fuente: cocemfe.es

La Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), entidad perteneciente a COCEMFE, demanda revisar y adaptar los recursos de la Ley Autonomía Personal y Dependencia a las necesidades específicas del colectivo de personas con alzhéimer y promover su atención en la promoción de la autonomía personal.

Así lo ha puesto de manifiesto el Panel de Expertos de Personas con Alzheimer (PEPA), promovido por CEAFA y formado por personas menores de 65 años con esta demencia, durante la presentación del informe ‘De la reivindicación a la acción. Alzheimer y Dependencia’, presentado en el Centro de Referencia Estatal de Alzheimer y otras Demencias de Salamanca.

El estudio recoge el análisis sobre cómo ha cambiado la vida de estas personas desde el inicio de la enfermedad, así como las barreras con las que se encuentran en su día a día. Además, establece una serie de propuestas, recomendaciones y exigencias que deben ser escuchadas y tenidas en cuenta por quienes intervienen en el abordaje integral del alzhéimer.

Durante la presentación del estudio, la presidenta de CEAFA, Mariló Almagro, ha subrayado la “importante labor del PEPA y del informe que han elaborado”, en el que ponen el foco en la vertiente de la investigación y la reivindicación. Además, la presidenta ha señalado “la importancia de llegar a una política de Estado en materia de alzhéimer” con el fin de que se mejore la calidad de vida de los 1,2 millones de personas que tienen esta enfermedad en España y los casi 5 millones si contamos a las personas familiares y personas cuidadoras.

Por su parte, la directora gerente del Centro de Referencia Estatal de Alzheimer (CREA), Maribel Campo, ha mostrado su apoyo y compromiso al PEPA a la vez que ha recordado que “el trabajo debe continuar para seguir mejorando la calidad de vida de las personas pacientes de alzhéimer”.

Al acto de presentación también ha acudido el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, donde ha recordado que su administración cuenta con el programa EDADES para abordar el Alzheimer desde el ámbito local.

Por su parte, la subdelegada del Gobierno en Salamanca, María Encarnación Pérez Álvarez, ha destacado la importancia del informe elaborado por el PEPA “porque el paradigma que representa es fundamental para dar un papel activo a las personas que tienen alzhéimer. Este panel de expertos es el altavoz para que la sociedad entienda y se sensibilice sobre la enfermedad”, ha afirmado.

Desde el PEPA han apuntado que los recursos que la Ley de Dependencia ofrece no se adecúan al nuevo perfil de personas diagnosticadas precozmente de la enfermedad de Alzheimer y que aún están en edad laboral. En palabras de Ildefonso Fernández, miembro del PEPA, “es importante dejar de considerar la atención a la dependencia como la parte de la Ley adecuada para las personas con demencia, pues los nuevos perfiles diagnósticos exigen empezar a mirar hacia la promoción de la autonomía personal”.

En este sentido, se propone innovar en servicios, recursos y atenciones, que permitan que las personas jóvenes con diagnóstico temprano continúen en el mercado laboral, ya que la mayoría seguirían trabajando tras recibir el diagnóstico, en lugar de obtener la incapacidad absoluta. De esta manera, podrían continuar con una vida normalizada, se retrasaría la evolución de la enfermedad y mejoraría su calidad de vida y la de sus familias.

El Panel de Expertos apuesta por eliminar la estigmatización que el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer todavía tiene en la sociedad y que representa una de las principales barreras que impiden que personas con capacidad no puedan desarrollar sus vidas de la manera más normalizada posible.

Desde el PEPA, también reivindican que en más de 20 años no ha aparecido ningún fármaco para combatir la enfermedad de Alzheimer. “A pesar de no existir un tratamiento específico que combata el alzhéimer, existen opciones capaces de prolongar los periodos de calidad de vida de las personas con demencia, retrasando la evolución de la enfermedad, buscando conservar, en la medida de lo posible, las capacidades de las personas, como las Terapias No Farmacológicas (TNF) pero estas terapias no están reconocidas, implantadas, ni financiadas por el sistema, por ello, se exige que se validen científicamente y se reconozcan debidamente”, ha afirmado José Antonio García, miembro del PEPA

El Panel de Expertos también ha resaltado la importancia de que las distintas administraciones y agentes sociales se impliquen en llevar a cabo una política de estado que proporcione una respuesta conjunta y una solución integral a las consecuencias que el alzhéimer genera tanto en las personas que tienen esta demencia como en el conjunto de la sociedad.

En palabras de Kina García, miembro del Panel de Expertos, “debe buscarse una comunicación sólida y fluida entre administración y agentes sociales de manera que puedan generarse las necesarias sinergias para poder avanzar en la innovación que proponemos para implementar la permanencia en el mundo laboral de las personas con demencia, proporcionando así su autonomía personal. Por tanto, habría que cambiar la conciencia social de las administraciones para contribuir a la solución del problema”.

Patologías previas podrían afectar al deterioro cognitivo tras la Covid-19

Fuente: laverdad.es
Autora: María José Moreno

Un estudio en el que participa la UPCT profundiza en los efectos que el SARS-CoV-2 puede provocar en el cerebro

Casi tres años después de que la Covid-19 paralizase la vida de la población a nivel mundial, son numerosos los estudios científicos que se han realizado en torno a la misma: sus causas y efectos.

A nivel neurológico, los investigadores están muy sorprendidos por la heterogeneidad de los síntomas que provoca en quienes han sufrido la enfermedad. Incluso en los casos leves, puede causar confusión, delirio, somnolencia, mala función cognitiva, intensos dolores de cabeza y molestias en la piel. En los casos más graves, algunos pacientes han sufrido complicaciones tan graves como ictus.

Manuel Ruiz, catedrático del Departamento de Métodos Cuantitativos, Ciencias Jurídicas y Lenguas Modernas de la Universidad Politécnica de Cartagena, y su equipo del grupo 'Modelización Económica y Estadística No-Paramétrica', detectaron que estudios previos sobre este tema adolecen de una serie de controles de patologías previas de los pacientes objeto de estudio, lo que impide caracterizar completamente los mecanismos por los cuales la Covid-19 induce deterioro cognitivo y daño cerebral. «Ningún estudio previo combina análisis bioquímicos de citocinas relacionadas con la inflamación y otros marcadores de daño de la barrera hematoencefálica, una evaluación conductual integral del estado cognitivo del paciente y datos de imágenes cerebrales de los pacientes antes de que contrajeran la enfermedad.
En nuestro estudio combinamos toda esta información de manera que nos permitirá evaluar el daño estructural difuso».

La falta de controles de patologías previas de los pacientes puede sesgar las conclusiones de una manera dramática, sin embargo, el enfoque propuesto por la UPCT tiene en cuenta la historia clínica del paciente, lo que permite reducir el sesgo. «Nuestro estudio, además de controlar las patologías previas de los pacientes, es el único estudio en el que se incluyen imágenes de resonancia magnética cerebral antes y después de superar la Covid-19, test neuropsicológicos de cada paciente para evaluar deterioro cognitivo, datos bioquímicos de citocinas relacionadas con la inflamación y otros marcadores de daño de la barrera hematoencefálica. En este sentido es un estudio más completo». Es el único estudio en el que se incluyen imágenes de resonancia magnética cerebral antes y después de superar la Covid-19

Por otro lado, para la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, es muy difícil precisar la etiología del deterioro cognitivo, ya que es un proceso lento que ocurre durante muchos años y, por lo tanto, se confunde por múltiples factores. Dado que la Covid-19 comprime este proceso lento de años a meses, evaluar sus mecanismos de lesión podría ayudar a arrojar luz sobre el mecanismo general que respalda el deterioro cognitivo en la demencia de una manera mucho más clara.

El proyecto en el que trabajan ('Unveiling the cognitive and neurological consequences of Covid-19: A pretest-posttest study') es un estudio multidisciplinar en el que participan investigadores de diferentes ramas científicas pertenecientes a la Universidad Politécnica de Cartagena; el Servicio Murciano de Salud, en concreto el Hospital General Universitario Santa LucÍa; y la Universidad de Nueva York. El equipo lo conforman matemáticos, ingenieros biomédicos, neurólogas, neuropsicólogas y radiólogas.

Como uno de sus principales objetivos, los científicos se han planteado superar algunas de las salvedades de investigaciones anteriores, las cuales estudiaban el mecanismo que respalda los efectos directos que tiene la Covid-19 en la aparición del deterioro cognitivo. «Para ello, proponemos un enfoque basado en la recogida de datos multimodales (bioquímicos, conductuales, de neuroimagen) adoptando un diseño experimental pretest-postest capaz de controlar patologías preexistentes que podrían introducir sesgos en los resultados del estudio», como explica Manuel Ruiz.

El segundo objetivo que tienen sobre la mesa consiste en contrastar si el tipo y la localización del daño en el cerebro encontrado en la cohorte de pacientes con la que han trabajado y que han pasado la Covid-19 es similar al encontrado en enfermos de Alzheimer.

Los dos objetivos propuestos, junto con la creación de un registro de pacientes con todos los datos multimodales recopilados (conductuales, de neuroimagen y bioquímicos) que puedan ser evaluados, tendrán un impacto significativo en múltiples campos clínicos y académicos, incluidas neurología, neurorradiología, neuropsicología y las neurociencias cognitivas.

Además, el proyecto tiene el potencial de tener un beneficio inmediato y directo en el tratamiento y la prevención del deterioro cognitivo en la población general, ya que el enfoque que plantea demuestra la relación entre los mecanismos biológicos generales de neuroinflamación (ensayos bioquímicos), daño cerebral (neuroimagen) y deterioro cognitivo (evaluación del comportamiento). Asimismo, arrojará algo de luz sobre los factores mecánicos básicos detrás de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia mediante el uso de la Covid-19 como modelo de deterioro cognitivo rápido.

Los resultados preliminares de los análisis indican que existen cambios en la materia blanca, en los pacientes que pasaron la enfermedad.

Según el catedrático de la Universidad Politécnica de Cartagena, el proyecto ha consistido en el estudio de los posibles cambios producidos por el virus SARS-Cov-2 en el cerebro. Para ello, «seleccionamos una cohorte de personas (de ambos sexos y diferentes edades de manera que representen a la población de la mejor manera posible) de las que ya disponíamos de una resonancia cerebral antes de ser positivas para el SARS-CoV-2, lo que nos sirvió de base para poder comparar la nueva resonancia realizada una vez pasada la enfermedad e investigar así los cambios producidos en el volumen de las sustancias blanca y gris cerebrales». Además, el equipo midió marcadores en sangre una vez superada la Covid-19 y realizaron una evaluación neuropsicológica, para determinar un posible deterioro cognitivo que pudiese estar asociado a la infección por el virus.

Por otro lado, pretenden comparar el daño producido en el cerebro por la Covid-19 con el producido por otras enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.

Hasta la fecha, están terminando la recogida de datos para empezar con el análisis estadístico de los mismos, de modo que todavía no disponen de resultados concluyentes. No obstante, como hemos dicho, los resultados preliminares del análisis de las imágenes de resonancia magnética del cerebro indican que existen cambios en la materia blanca, en los pacientes que pasaron la Covid-19. Por lo que, dado que la materia blanca juega un papel esencial en las conexiones entre las neuronas, su deterioro puede alterar cualquier aspecto de la función cognitiva o emociona. «La patología de la materia blanca está presente en muchos trastornos cerebrales y puede ser lo suficientemente grave como para causar demencia», incide el profesor Ruiz.

El trabajo que está previsto que finalice en el verano de 2023 y cuenta con la financiación de la Fundación estadounidense TMCyty, la cual reúne varias décadas de experiencia en ciencia, tecnología, capital privado, capital de riesgo y filantropía para avanzar en el campo de la salud mental y neurológica. TMCyty apoya nuevas innovaciones prometedoras en investigación y medicina neurocognitivas, transformando el enfoque de la salud mental.

Fibromialgia: los cinco consejos de una paciente de 78 años para sobrellevarla

Fuente: lavozdegalicia.es
Autora: Laura Inés Miyara

Antonia Sisto Pena tiene 78 años y lucha contra la fibromiagia desde su juventud. Ha aprendido a lidiar con la enfermedad y se anima a dar unos consejos, pero prefiere no mostrarse en fotos. Antonia asegura que mantenerse activa aún en los peores momentos, ha sido lo que más la ha ayudado.

Dice que lleva viviendo con fibromialgia «desde siempre», aunque no precisa en qué año recibió el diagnóstico oficial de esta enfermedad reumática. Nacida en el año 1943, Antonia ha atravesado la fibromialgia como una parte más de su vida, a pesar de que es un elemento que le añade complejidad a muchas cosas. «La fibromialgia existe desde que somos pequeños. Es una enfermedad crónica. Tenemos migrañas muy fuertes, neuralgia del trigémino, se nos inflaman los músculos. Y no hay ningún secreto: tenemos que aprender a vivir con ella», asegura.

La fibromialgia se caracteriza por producir un dolor crónico generalizado, cansancio intenso, alteraciones del sueño, trastornos del ánimo, entre otros síntomas. Desde el año 1992, forma parte del catálogo de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tras décadas batallando con la patología y años de trabajo junto a la Asociación Gallega de Fibromialgia, Antonia conoce como pocas personas los intrincados procesos que transitan quienes la padecen. En el Día Mundial de la Fibromialgia, la naronesa, que presta de buena gana su voz pero prefiere esquivar la cámara de fotos, ofrece sus consejos más sabios para llevar una vida larga y de la mejor calidad posible a pesar de la enfermedad.

Encuentra tu médico de confianza

Cuando reciben un diagnóstico de fibromialgia, muchas veces, las personas han pasado ya por varios médicos y es posible que, si estás en esa situación, te encuentres desanimado y que te cueste depositar tu confianza en un profesional sanitario.

En este sentido, Antonia sostiene que es crucial que tu médico sea alguien con quien sientas que puedes contar. No solo porque vas a verlo con cierta frecuencia durante años, sino porque es la persona a la que acudirás cuando tengas cualquier problema relacionado con la fibromialgia. Vale la pena, entonces, invertir tiempo en buscar una segunda opinión y encontrar un médico que te brinde seguridad.

«La fibromialgia necesita un buen reumatólogo
con el que puedas tener confianza. No andes cambiando continuamente de médico. Es fundamental encontrar una persona que te escuche y que te inspire confianza. Además de tener un control de lo que tienes tú misma, tienes que tener un buen control con buenos especialistas que se preocupen, que te vean y te atiendan en persona, te va a ayudar mucho», recomienda.

No abuses de la medicación

Cuando tienes fibromialgia, al cansancio que se mantiene día a día se pueden sumar brotes de dolor que, en ocasiones, se vuelven difíciles de llevar. «Te dan brotes dolorosos e incluso se te inflama la piel, se te cambia de tono, se hinchan las muñecas, los músculos están pobres, blanditos. Te pones mala, mala. Yo generalmente no suelo tener fiebre nunca, pero tengo baja la presión, la de los ojos también. Son unos brotes muy desagradables, muy molestos, pero tienes que aprender a vivir con ellos», describe Antonia. Para esos momentos, los médicos pueden recetar medicamentos: es frecuente que se prescriban, por ejemplo, fármacos neuromoduladores cuya función está relacionada con reducir la intensidad del dolor modificando el funcionamiento del sistema nervioso central.

El problema, señala Antonia, está en el abuso de los medicamentos,
especialmente si se trata de analgésicos o antiinflamatorios como el ibuprofeno, que deben tomarse a corto plazo únicamente. «Tienes que aprender a mirar qué es lo que tienen pero que no te llenen de medicación. Medicación, la que sea necesaria, pero dada por un buen especialista. Y no tomes muchos antiinflamatorios. Yo no los tomo mucho; además, soy alérgica a la aspirina, si tomara toda la medicación que me daba el médico, estaría muerta», dice.

Mantente en actividad

Aunque la fibromialgia es, aún hoy, una enfermedad de la que se sabe relativamente poco, hay algo en lo que todos los especialistas están de acuerdo, y es que el ejercicio físico moderado es clave a la hora de mantener los síntomas bajo control. Antonia, que asiste a fisioterapia dos veces por semana y también hace actividades en la piscina, recomienda especialmente los estiramientos. «Es importante hacer estiramientos diarios. Aunque te parezca que no puedes, porque si te quedas en cama continuamente, es peor. Si notas que tienes un dolor insoportable, tienes que descansar. Pero te levantas un poquito, mueves un poquito las piernas. Vas a la piscina. Aprender a cuidarnos nosotros mismos es la receta para evitar los problemas. Yo me muevo, hago ejercicios, voy a terapia», apunta.

Esto es algo que se aconseja incluso en los momentos de brote de la enfermedad: aunque el cansancio y el dolor puedan quitarte la motivación, es justamente combatirlos a través del movimiento lo que te puede ayudar, insiste Antonia. «Yo durante los brotes no me suelo meter en cama, pero sí hago relajación. Me levanto y suelo hacer movilidad. Es muy importante. Voy todos los días a hacer alguna actividad, a las terapias, a la piscina, a hacerme masajes o a hacer cualquiera de las actividades recomendadas. Cuando ves que estás agotada, ve a las terapias una temporada y verás que eso te ayuda», sostiene.

Mantener cierto nivel de actividad, en la medida de lo posible, también mejora tu estado de ánimo, ya que te permite sostener tu independencia. «Yo siempre me levanto, hago mi desayuno, hago todo lo que puedo por mí misma sin ayuda», dice Antonia. Y ojo, porque la actividad también tiene que involucrar a la mente. «Hay que estar al día de las cosas, leer. Buscar información es muy positivo», recomienda la paciente.

Masajes

Los masajes son una terapia complementaria habitual para la fibromialgia. De hecho, hay estudios que recomiendan este tipo de cuidados para reducir los síntomas: se ha demostrado que la masoterapia mejora significativamente el dolor, la ansiedad y la depresión de los pacientes. «Ahora, tienes que ir a un buen profesional, no alguien que te tire por el cuello. Un fisioterapeuta que sepa lo que tienes y pueda tratarte como es debido», indica Antonia.

En este sentido, el fisioterapeuta debe conocer la enfermedad para no ser demasiado brusco, ya que eso podría ocasionar más dolor. Alguien que esté familiarizado con la fibromialgia podrá comenzar con un masaje suave e ir subiendo la intensidad respetando tu comodidad en todo momento.

Cuida tu alimentación

El gran secreto para mantener la fibromialgia controlada, revela Antonia, es llevar una alimentación sana. «Me cuido mucho en la alimentación, no como exagerado. Nunca me salto el desayuno», dice.

«Como norma general debe seguirse una dieta variada que consista en comer de todo en cantidades moderadas», señala al respecto la guía Aprendiendo a convivir con la Fibromialgia, elaborada por la Sociedad Española de Reumatología (SER). «Un buen ejemplo de dieta saludable es la dieta mediterránea. En esta dieta se debe aumentar el consumo de verduras y frutas intentando consumir dos raciones de verdura y tres piezas de fruta al día. Es preferible el pescado sobre la carne, aunque es importante el comer ambas cosas. Con respecto a las carnes, son preferibles las carnes magras (sin grasa), o las de aves (como el pollo o el pavo). Dentro de las grasas insaturadas (grasas líquidas a temperatura ambiente), es beneficioso utilizar aceite de oliva en las comidas, aunque su consumo debe ser moderado debido a su importante aporte calórico», recomienda la SER.

Asimismo, «es importante el consumo de leche y derivados lácteos por su aporte de calcio. Estos productos deben tomarse desnatados o semidesnatados para evitar el aporte excesivo de grasas. En pacientes con niveles elevados de colesterol se debe restringir la ingesta de embutidos, mantequillas, quesos grasos, bollería y demás productos procesados industrialmente. En pacientes con hipertensión arterial debe reducirse o evitarse el consumo de sal o productos ricos en sal (conservas, salazones, quesos curados), así como de las bebidas gaseosas. Es importante también evitar el consumo de bebidas alcohólicas», aconseja la guía.

Rodéate de personas optimistas

«En esta enfermedad hay muchos momentos de desesperanza y depresión. Por eso es importante tener buenas amigas. A mí me gusta verlo de manera optimista, pensar en lo que voy a poder hacer, hablar con gente positiva. Voy a terapia y trato de estar con gente positiva», dice Antonia, que rescata su buena relación con toda su familia, especialmente su hija. Al mismo tiempo, destaca el rol de la Asociación y el apoyo que pudo recibir al unirse a ella. Su amistad con la presidenta, María Dolores Bermúdez, o Lola, como Antonia la llama, le ha permitido sobrellevar los momentos duros de la fibromialgia sabiendo que no estaba sola en esa lucha y que, así como otras personas habían podido seguir adelante a pesar de padecerla, ella también podría.

El auge de las enfermedades endocrinas

Fuente: lavozdegalicia.es
Autora. Cinthya Martínez Lorenzo

El presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que es experto en tumores de la hipófisis, lamenta que el retraso en el diagnóstico de estos sigue siendo el mismo «que en los años 80»

Una «epidemia» de obesidad, el envejecimiento de la población, la exposición a disruptores endocrinos y otro tipo de sustancias tóxicas, así como la prevalencia de enfermedades como la diabetes, la obesidad o la hipercolesterolemia. Las patologías relacionadas con la endocrinología parecen estar cada vez más presentes en nuestra sociedad. Sobre todas ellas conversamos con Ignacio Bernabéu, presidente electo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), médico especialista en endocrinología y nutrición en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) y profesor asociado de Medicina en la Universidade de Santiago de Compostela (USC).

—¿Considera que a día de hoy están en auge las enfermedades endocrinas?

En principio, sí. Hay que tener en cuenta que algunas enfermedades endocrinas son muy frecuentes. La primera de ellas, la obesidad. En España, entre el 50 y el 60 % de la población tiene obesidad o sobrepeso, según los estudios que existen. Es una enfermedad que, además, en el ámbito de la endocrinología, tiene mucho que ver con el desarrollo de otras patologías como la diabetes. Tenemos obesidad que es un 25 %, aproximadamente; si juntamos obesidad y sobrepeso, más de un 50 %, y luego tenemos diabetes que afecta a más de un 15 % de la población. Estamos hablando de enfermedades muy prevalentes e importantes. Además, a su vez, diabetes y obesidad están relacionadas con el desarrollo de hipertensión, hipercolesterolemia, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular. Algo muy relevante desde el punto de vista de salud de la población.

—¿El envejecimiento de la población también influye en este auge de las enfermedades endocrinas?

—El envejecimiento es una cosa muy positiva, estamos en los primeros puestos del mundo en longevidad. Pero claro, este conlleva generalmente algún tipo de deterioro de la salud. Implica una serie de problemas de gestión y de manejo sanitario complejos. Es lo que ahora se va a llamar gestión de la cronicidad: cómo el sistema sanitario tiene que adaptarse para tener cada vez pacientes más ancianos con enfermedades crónicas y ser capaz de proporcionarles una asistencia próxima, sin que tenga que hacer grandes desplazamientos, y en la cual exista un abordaje multidisciplinar. Incluir también, dentro de lo posible, el autocuidado por parte del paciente o la educación en el caso de la diabetes o de la alimentación.

—¿Cómo afectan a nuestra salud los disruptores endocrinos?

El primer disruptor endocrino que se identificó fue el famoso DDT. Es un plaguicida que fue el primero en detectarse y se relacionó con la disminución de la fertilidad. Desde entonces hasta ahora se han ido identificando muchas otras sustancias. Un disruptor, es una sustancia que cuando interaccionamos con ella, da lugar a alteraciones de la función, del desarrollo, de los distintos órganos y de los distintos ejes endocrinos. De todas las sustancias químicas que hay producidas, que son cientos de miles, se han identificado alrededor de 1.500 componentes que pueden interferir con esa función endocrina. Están presentes en todas partes: en nuestra alimentación, en cosméticos, en el suelo, en algunos animales, en productos químicos de limpieza, en pinturas… Estamos totalmente expuestos a ellos y dan lugar a muchas alteraciones.

Por ejemplo, los disruptores endocrinos pueden afectar a mujeres embarazadas y desencadenar alteraciones del desarrollo del niño. Es decir, producir en el feto cambios que después tendrán efectos del desarrollo neuronal, aspectos cognitivos, trastornos de autismo o del déficit de atención. Tienen múltiples efectos negativos. Incluso algunos cánceres como el de mama, de próstata, tiroides o de vagina.

—¿Qué puede ocurrir si estamos expuestos a alguno de estos disruptores?

—La identificación no es nada fácil, no está definido exactamente cuál es el nivel de exposición necesario para que se desencadene una enfermedad. Es decir, si basta con una exposición corta o tiene que ser prolongada. Tampoco se ha definido lo que puede ocurrir cuando una persona está expuesta a ciertos contaminantes ambientales o el efecto sumado de más de un disruptor endocrino.

Desde el año 2007 en la comunidad europea hay una agencia que se encarga de autorizar todos los nuevos productos químicos de síntesis que se generan. Desde ese año, antes de la comercialización de cualquier compuesto químico, se intenta ver el potencial que tienen en cuanto afectar a la salud o actuar como disruptor endocrino.

—¿Cuáles sí están identificados?

—Se ha descrito la presencia de tóxicos ambientales en biberones, en cartón reciclado y papel de envases, en el recubrimiento interior de latas de conserva, en los tickets de caja hechos de papel, ablandadores de plástico para chupetes, cosméticos, recubrimientos de sartenes, tapicerías, alfombras, pastas de dientes, desodorantes… Es imposible tener una lista completa.

—Están muy presentes en nuestra vida y cada vez preocupan más a la población.

—Sí, cada vez preocupa más porque se van haciendo más evidentes los efectos negativos. Incluso existe el síndrome de sensibilidad química, que son personas que tienen una hipersensibilidad a multitud de productos químicos. Eso es una cosa más aguda. Esto de los disruptores endocrinos es algo mucho más crónico. Una exposición que, a veces, incluso se puede presentar la manifestación años después. Es decir, un niño nacido de una madre que estuvo expuesta a un contaminante químico puede que llegue después al momento del desarrollo puberal y que tenga un problema de desarrollo gonadal como consecuencia de la exposición que sufrió la madre durante el embarazo. No hay una relación inmediata , sino que a veces hay una diferencia temporal.

—Por sus palabras se percibe que aún queda mucho por estudiar sobre estas sustancias tóxicas y estos disruptores.

Llevamos relativamente poco tiempo conociendo el papel de los disruptores endocrinos. El hecho de que desde el año 2007 exista una agencia europea que supervisa todos los productos químicos, ya es positivo.

El problema fundamentalmente es la cantidad de productos químicos que se sintetizan y que a veces, los efectos negativos no se identifican a la primera, sino muchos años después. Existen estudios epidemiológicos que establecen esas relaciones y no es fácil teniendo en cuenta que es algo a lo que estamos totalmente expuestos, rodeados de productos químicos.

Por ejemplo, si estudias el DDT, sí, sabes que produce disminución de la fertilidad, pero si lo juntas con los ftalatos, ¿sucede algo?. ¿Y si lo juntas con otros disruptores? Es muy difícil prevenir, diagnosticar y estudiarlo. Por lo menos ahora se sabe esa existencia y se hace un estudio previo para la comercialización de dicha sustancia para averiguar si hay algún efecto negativo en este sentido.

—Usted es experto en tumores en la hipófisis. ¿Cómo se comportan este tipo de tumores?

La hipófisis es una glándula muy pequeña. Tanto, que de altura pueden ser unos ocho o diez milímetros y de anchura,un poco más. Se encarga de regular la situación hormonal y hacer que los demás órganos hormonales funcionen. Justo por encima está la vía óptica que viene a cada uno de los ojos y que va cruzándose hasta la parte posterior del cerebro. Y la hipófisis, por arriba, está conectada a una zona del cerebro, el hipotálamo, que es el supervisor máximo de todo el tema hormonal.

En esa zona, en la del hipotálamo y de la hipófisis, con frecuencia hay masas. Es decir, bultos que pueden ser malignos, benignos o quistes. Es bastante frecuente que haya lesiones en esa zona, que se suele llamar como área selar. Más o menos entre el 10 y el 15 % de las personas a las que se les realiza una resonancia cerebral, por cualquier motivo, tienen una lesión hipofisaria. Aproximadamente el 10 % de todos los tumores intracraneales de los adultos son de la región selar cerebral. En los niños el porcentaje es menor, evidentemente, pero también existen muchos tumores en la región hipotalámica.

Dentro de la hipófisis, esta tiene una serie de líneas celulares que son las que hacen que funcione el tiroides, la suprarrenal, la gónada, la hormona del crecimiento y la prolactina. Ahí pueden surgir tumores que generalmente son benignos. Tenemos, por un lado, los que producen hormonas del crecimiento que sería la acromegalia; el que produce prolactina o prolactinoma, que es el más frecuente de todos ellos; y después de estos, los más frecuentes son los tumores no funcionantes, que no producen cantidades adicionales de hormonas.

Los tumores hipofisarios se dividen en dos grupos:

1. Adenomas no funcionantes que no producen hormonas. Los síntomas tienen que ver con el crecimiento del tumor y sus efectos sobre las estructuras vecinas, o bien con la disminución de la producción normal de hormonas hipofisarias.
2. Adenomas funcionantes que producen una cantidad mayor o superior a lo normal de una o más hormonas. La cantidad excesiva de hormonas que producen puede causar síntomas específicos.

—¿Cómo se tratan este tipo de tumores?

—Todos los tumores hipofisarios, excepto los que producen prolactina, normalmente requieren tratamiento quirúrgico. Este suele ser endoscópico, se hace normalmente desde la nariz mediante unos sistemas específicos. Cuando se trata de un tumor funcionante y no se cura quirúrgicamente a veces hay tratamientos médicos que pueden ser muy efectivos. En algunos casos hay que radiar el resto del tumor. Es un campo donde hay mucha patología y hay centros con más experiencia o con más estandarización. En concreto, Santiago es un centro que lo está haciendo muy bien en ese sentido, con un equipo multidisciplinar. No tiene nada que envidiar a otro centro nacional.

—Cuando se habla de otro tipo de tumores se enfatiza en factores de riesgo y prevención. ¿Es posible la prevención en este tipo de tumores en la hipófisis?

—Realmente la prevención no es posible. Hay una serie de síndromes genéticos que pueden producir este tipo de tumores y que son bien conocidos. Como los síndromes de neoplasia múltiple, que pueden producir tumores hipofisarios, tumores neuroendocrinos u otro tipo de patologías que se asocian. Por eso siempre que tenemos un paciente con patología de tumor hipofisario tenemos que preguntar por antecedentes y cuando tenemos un paciente que cumple esos criterios lo que sí se hace es un estudio para descartar más casos en la familia. Cuando aparece un tumor hipofisario de una forma un poco inesperada, como puede ser un paciente joven, ahí hay que hacer un estudio para ver si tiene alguna mutación genética de las que dan lugar a este tipo de lesiones.

En sentido preventivo el tema es sospechar la existencia de los tumores hipofisarios y eso tienen que hacerlo los médicos. Por ejemplo, hablábamos antes de los niños. En ellos, los tumores de la región hipotálamo-hipofisaria, pueden producir desde alteraciones en el desarrollo de la pubertad, como pubertad retrasada o adelantada; hasta, por supuesto, alteraciones visuales, del carácter o de crecimiento. En el seguimiento pediátrico, en el momento en el que se detecta algo, siempre se debe descartar la posibilidad de un tumor hipofisario. En el caso de los adultos fuera del contexto familiar, en la práctica, de preventivo, no hay ninguna cosa especial. No hay nada que podamos prevenir más allá de intentar que los médicos de atención primaria y de otras especialidades estén atentos a esta posibilidad.

El problema de los pacientes de tumores hipofisarios es que muchas veces la primera consulta no es el endocrino. El paciente consulta directamente con un especialista que se encarga de un síntoma concreto, como puede ser la pérdida de visión con un oftalmólogo, y este no tiene la visión general que puede tener, por ejemplo, un médico de familia, un internista o nosotros cuando llegamos al paciente. Aparentemente son cosas que no tienen por qué tener ninguna relación. Que te hagas hipertenso, diabético y además estés deprimido, son síntomas difíciles de ligar todos en una sola enfermedad si no las tienes presentes. Más que prevención por parte del paciente es estar advertidos o un poco pendientes de ese tipo de patología.

—Comenta que resulta difícil diagnosticar este tipo de tumores. ¿Cómo se podría, entonces, mejorar en este aspecto?

—Es un tema pendiente. Cuando miras los libros de texto de endocrinología y los tumores hipofisarios, consultas los de hace 30 años y los de ahora, todo ha cambiado mucho, sin embargo, el retraso en el diagnóstico no ha cambiado. Estamos más o menos con el mismo retraso diagnostico que en los años 80 y es un problema importante. El hecho de que se hagan más estudios de imagen también hace que se detecten más tumores hipofisarios. En los accidentes de tráfico, que te hacen un tac porque te duele el cuello, a veces en el tac ya te se algo que te obliga a hacer una resonancia. Se detectan muchos tumores por esa vía, pero el diagnóstico precoz es muy difícil. En los tumores no funcionantes el paciente suele consultar cuando el tumor ya ha crecido y está dando síntomas compresivos. En el caso de la acromegalia los cambios físicos son tan lentos que el paciente no se da cuenta y la gente que vive con él, tampoco.

—¿Existen sectores de la población donde existe más incidencia de este tipo de tumores?

—Sí. Los prolactinomas se suelen dar en mujeres jóvenes en edad fértil. De hecho, es diez veces más frecuente en mujeres que en hombres. Lo que ocurre es que en las mujeres son tumores pequeños que normalmente no dan mucho problema y se tratan con fármacos y en el hombre suelen ser tumores grandes que a veces no van del todo bien.

La mayoría de los tumores hipofisarios aparecen entorno a los 50 años. En concreto, los tumores no funcionantes que no tienen ese aviso de síntomas hormonales se suelen diagnosticar un poco más tarde, incluso de los 60 en adelante. Por lo que sí que hay una cierta influencia de la edad. En el caso de los niños con tumores hipofisarios, se detectan a partir de la época del estirón puberal porque no crecen o porque no se desarrollan sexualmente.

—¿Y en cuanto a la frecuencia?

—En cuanto a frecuencia de tumores hipofisarios, casos nuevos al año, estamos entorno a cuatro o cinco casos nuevos por 100.000 habitantes. La prevalencia, es decir, el número de casos activos en un momento concreto, está alrededor de 80 o 100 casos por 100.000 habitantes. Es decir, en un área sanitaria como puede ser la de Santiago que son alrededor de 350.000 o 400.000 pacientes, tenemos un buen número de pacientes en seguimiento.

—¿En qué se ha mejorado cuando se habla del tratamiento de este tipo de tumores y qué se espera conseguir en el futuro?

—El tratamiento de los tumores hipofisarios yo diría que ha mejorado, en los últimos 30 años, al 100 %. Hace 30 años había dos centros en España que hacían cirugía de hipófisis, hoy en día en todas las comunidades hay equipos expertos con buenos resultados. Evidentemente la técnica quirúrgica también ha mejorado mucho. Y, obre todo, en tratamiento médico existe un cambio brutal. Hace 30 años no había ningún tratamiento para la acromegalia. Antiguamente los pacientes se operaban y muchas veces después se radiaba porque no había alternativas. A día de hoy tanto para la acromegalia, como para el Cushing o los prolactinomas, hay tratamientos médicos eficaces. Los únicos que no lo tienen, de momento, son los no funcionantes.

—Y como presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, en la rama de endocrinología, ¿en qué se ha mejorado y qué queda por lograr?

—Yo creo que en ámbito de la clínica, centrándose en una patología, por ejemplo la diabetes, casi te diría que en paralelo. Ha existido un cambio brutal en el manejo, la disponibilidad de nuevos fármacos, con nuevos mecanismos de acción, con más capacidad de regular la glucosa sin producir hipoglucemias, más capacidad de prevenir problemas cardiovasculares y problemas renales… El cambio es brutal. De hecho, la rama ha pasado a ser una especialidad fundamentalmente ambulatoria. Los hospitales que antes tenían ocho o diez camas de endocrinología ahora tienen dos porque a los pacientes se les maneja mejor.

Además, tanto la diabetes, como la obesidad o el colesterol, que son todas en el ámbito de la endocrinología, es lo que está detrás del 80 % de los ingresos en unidades coronarias, por ictus o trombosis cerebral. Por lo que en el momento en que se mejore el control de la diabetes, que se está haciendo, todo eso va a mejorar. Por eso quizás desde el punto de vista sanitario, de presupuesto, no se le dedica el suficiente porque no se tiene en cuenta esa contribución de la diabetes a todos esos ingresos y gasto en cardiología, neurología, cirugía vascular… y no solo eso, también mortalidad.

Las comunidades se organizan en Zambia para enfrentar la pobreza de la vejez

Fuente: elpais.com
Autor: José Ignacio Martínez Rodríguez

Sin pensiones ni otras prestaciones, y a menudo con la familia cercana ya fallecida, muchas de las personas mayores en África dependen de sus vecinos para alimentarse o conseguir agua para sus casas

Mirika Labson no sabe decir cuántos años tiene.

Calcula que serán 85,
uno arriba o uno abajo, algo que confirman las arrugas de su piel, la dificultad que arrastra al moverse y las cataratas de sus ojos. Habita una casa de adobe en Bauleni, uno de esos barrios de Lusaka, la capital de Zambia, que nació como asentamiento informal hace unas décadas y que creció al ritmo que marcaba la ciudad hasta convertirse en lo que es hoy; una amalgama de viviendas desordenadas y sin apenas pavimento en los caminos y también el hogar de más de 80.000 personas. “Vivo con mis cuatro bisnietos; su madre murió hace unos años. En realidad, todos mis hijos ya han fallecido y algunos de mis nietos, también. Por eso me ocupo yo sola de los pequeños”, afirma sentada frente al portal de su casa.

Los chavales de los que habla Labson tienen 5, 8, 12 y 13 años. Revolotean por los alrededores mientras su bisabuela cuenta su historia. Dice que fue limpiadora durante muchos años, que trabajaba en algunos edificios públicos y otros de empresas privadas cuando la llamaban, y que gracias a ese oficio pudo pagar la construcción de la casita en la que hoy vive, que apenas consta de un par de habitaciones, un saloncito equipado con lo básico y un pequeño patio exterior que comparte con algunos de sus vecinos, al igual que la letrina. “Claro, tengo un sitio para dormir, pero lo de comer es más complicado. Debo comprar muchas cosas: alimentos, carbón para cocinar, aceite… Aquí somos cinco y se hace muy difícil. Yo no recibo pensión, ni ayuda del Gobierno, ni nada. Dependo solo de mí”, explica.

El caso de Mirika Labson no dista mucho del de cientos de personas que viven en su país e incluso en esta región del mundo, África subsahariana, donde alcanzar la vejez resulta algo extraordinario.

Zambia es uno de los países con menos porcentaje de personas mayores de 65 años respecto al total de su población; apenas el 2% de los zambianos, un país de casi 20 millones de habitantes, llega a esta edad. No en vano, la nación tiene una esperanza de vida de 64 años, una de las más bajas del mundo. En este contexto, y en un país donde casi el 90% de la gente trabaja en sectores informales, en oficios esporádicos o callejeros, lejos de las regulaciones legales y fiscales del gobierno, obtener una pensión cuando tus huesos dicen basta parece misión imposible. Solo alrededor del 7,5% de los ancianos reciben uma pensión, en su mayoría aquellos que se han desempeñado en la labor pública.

Por si fuera poco, la completa falta de recursos, mal endémico en muchas partes del continente, tampoco da un respiro aquí. Casi el 55% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, según las cifras del Banco Mundial, y no puede gastarse más de un euro y medio al día, con las personas mayores de nuevo en la cabeza de esta cruel estadística. Así que cuando ni siquiera se puede trabajar para obtener esa ínfima cantidad y tratar de llevar alimento diario a la mesa, o cuando los 80 años te impiden siquiera moverte con soltura y las tareas cotidianas como cocinar o barrer parecen una quimera, como le ocurre a Mirika Labson, se erigen las comunidades como salvaguardia y refugio.

Cuidar a tus vecinos

“Es sencillo de entender; ella es muy mayor y yo tengo fuerza para ayudarla. ¿Cómo no voy a hacerlo? Lo intento siempre que puedo”,
dice Olive Museba, una joven de 19 años que ha dedicado la mañana a llevar varios cubos de agua a Labson y a sus nietos. “La mayoría de las familias aquí ni siquiera tienen un grifo en casa, y el agua es necesaria para todo: para cocinar, para limpiar, para beber…”, agrega. A su lado escucha Julia Zulu, otra mujer de 35 años. Cuando Museba termina de hablar, Zulu añade: “Además, a la gente le suelen cobrar por todo. Por el agua también; un kwacha (unos seis céntimos de euro) por cada 20 litros. Parece poco dinero, pero en situaciones como esta no lo es en absoluto”.

Museba y Zulu, ambas nacidas, criadas y residentes en Bauleni, son voluntarias de Mi comunidad, mi responsabilidad, un proyecto que la ONG In & Out of the Guetto desarrolla en esta barriada. “La mayoría son adolescentes o jóvenes que van a cuidar a gente vulnerable; personas mayores, sobre todo que no pueden valerse por sí mismas. Permite que los chavales sientan que son importantes y también que tomen conciencia de nuestros propios problemas. No necesitamos a nadie que venga de fuera y lo haga por nosotros, sino que podemos valernos por nosotros mismos. Esa es la idea”, explica el pastelero italiano Diego Casinelli, director de la organización. Casinelli llegó a Lusaka hace ya más de una década con los misioneros combonianos y, enamorado de Bauleni y de sus habitantes, decidió quedarse. “Con estas iniciativas se fomenta el sentimiento de pertenencia, algo muy importante”, dice.

Lo cierto es que Bauleni no siempre es un buen lugar para vivir. Presenta los inconvenientes típicos de los slum o asentamientos informales, donde vive la gran mayoría de la población en Lusaka y de otras grandes ciudades zambianas e incluso africanas. Casinelli define el barrio así: “Hay problemas con las drogas, sobre todo con los jóvenes, que cada vez empiezan antes a consumirla. Los cortes de luz son constantes y solo el 10% de las casas tiene agua corriente. Además, no hay servicio de recogida de basuras y los descampados colindantes se llenan de desperdicios, que permanecen ahí durante meses y meses. Pero también es un lugar lleno de energía, de creatividad en muchos campos: música, deportes… Los niños elaboran sus propios juguetes; usan desechos como plásticos viejos o tapones de botellas para construir camiones, cometas… Aquí hay mucha belleza”.

A Special Kolepsa, estos juegos de la juventud ya le quedan lejos. Al contrario que Mirika Labson, él si sabe decir su edad perfectamente, aunque le cuesta andar y pasa los días sentado en una silla en el soportal de su casa. “Yo nací el 26 de febrero de 1936. Así de mayor soy”, afirma sin disimular cierto orgullo. A la hora de hablar de sus problemas, señala la falta de ingresos desde que finalizó su vida como agricultor. Y la dificultad de comer todos los días. Y la de llevar agua a su casa. Y la de cuidar de sus hijos; uno de ellos todavía vive con él, fruto de una discapacidad que le impide trabajar y ganarse la vida por sí mismo. “La vida se hace muy difícil para nosotros. Mira, yo apenas me puedo mover. Necesito la ayuda de mi gente. Sin ellos sería imposible”, reconoce.

Zambia tiene cada vez más Labsons y Kolepsas. Y otras naciones del continente también encaran problemas semejantes. La Organización Mundial de la Salud calcula que, para el año 2050, la población subsahariana con más de 65 años alcanzará los 163 millones, un incremento de 120 millones con respecto a los 43 millones del 2010. Los avances y las mejores de los estándares sanitarios y el acceso a una alimentación más abundantes y variada explican este incremento. Pero sin pensiones, sin apenas políticas que los tengan en cuenta y con la pobreza acechando en cada esquina, muchas de estas personas llegarán a la vejez con lo puesto. Sin nada.


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