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Enero 2022
La petición en change.org de un valenciano de 78 años para que los bancos te atiendan en persona
Fuente: lavanguardia.com
Autor: Jesús Cabrera
www.infogerontologia.com se hace eco de esta noticia porque considera que ya está bien de excluir de la sociedad a nuestros mayores. ¿De verdad las entidades bancarias pretenden que personas que en muchos casos no manejan internet, cuentan con problemas de visión, audición, problemas de movilidad, etc. hagan todas sus gestiones a través de una plataforma online? .
Y por si esto fuera poco, entre sus citas médicas y quehaceres diarios no deben olvidarse de solicitar una cita previa para algo que antes solo consistía en acecarse a su banco.
Aplaudimos la iniciativa de Carlos San Juan y les animamos a firmarla.
El escrito de Carlos San Juan en la plataforma Change.org es muy claro: "Tengo casi 80 años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo.
Ahora casi todo es por Internet… y no todos nos entendemos con las máquinas. No nos merecemos esta exclusión". Hasta el momento, y desde hace un mes, ha recogido un total de 137.431 firmas -el contador sigue sumando- y espera llegar a las 150.000, tal como adelantó este viernes Onda Cero.
Con este mensaje, el pensionista se dirige a las cuatro principales entidades bancarias del Estado para pedirles que mejoren la atención presencial, diezmada tras la pandemia y a la que se suma la reconversión digital que está haciendo el sector bancario en su conjunto.
En su escrito explica que "los horarios son muy limitados, hay que pedir cita previa por teléfono, pero llamas y nadie lo coge...". Por ello ha activado una petición en la conocida plataforma para que "los bancos atiendan a las personas mayores sin trabas tecnológicas y con más paciencia y humanidad".
Añade además la demanda de que las entidades bancarias mantengan oficinas abiertas donde pueda atenderte una persona… "que no todo sea por Internet", solicita el usuario.
Accede desde »aquí a su petición
Los gráficos que dejan sin argumentos a los antivacunas
Fuente: as.com
El porcentaje de vacunación es del 100% en mayores de 80 y 70 años. La mayor tasa de hospitalización y muertes se da en población no vacunada.
Las vacunas son la principal herramienta en la lucha contra la COVID-19, en concreto, para la prevención de enfermedades graves, hospitalizaciones en UCI y muertes a causa de la enfermedad.
En un contexto epidemiológico como el actual, en el que se ha producido un incremento de los contagios y de la incidencia acumulada por Ómicron, el número de ingresos hospitalarios y de muertes por coronavirus es menor que en los años anteriores, precisamente por la capacidad de las vacunas para ofrecer una protección eficaz contra el virus. Sobre esta última variante, uno de sus rasgos característicos es su mayor capacidad de transmisibilidad.
Pese a que se propaga con mayor rapidez, los síntomas son más leves en comparación a otras variantes como Delta, también en gran medida por la efectividad de las vacunas.
La eficacia de las vacunas llega al 94%, como en el caso de Moderna, o del 95% en el caso de Pfizer. Sin embargo, no es la única manera para medir el impacto y la seguridad proporcionada por las vacunas. Las diferencias también se reflejan en los indicadores mencionados anteriormente, si se compara tanto a la población que cuenta con la pauta completa con el grupo de población que no se ha vacunado.
La tasa de hospitalización y muertes, muy superior en no vacunados
El gráfico elaborado por Miguel Ángel Reinoso con los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad en las últimas ocho semanas por cien mil habitantes, reflejan las diferencias entre el número de hospitalizados y fallecidos por COVID-19 entre vacunados y no vacunados.
La diferencia se hace más evidente precisamente en los grupos de población de mayor edad. Mientras que en aquellas personas que cuentan con la pauta completa la tasa de hospitalización apenas llega a una tasa de 20 en los mayores de 80 que cuentan con la pauta completa, ésta se dispara a 195,95 en mayores de 80 que no han sido vacunados.
Un hecho similar sucede con el número de personas ingresadas en UCI y en fallecidos por COVID-19. Con respecto al primer parámetro, la mayor diferencia la refleja el grupo de población con una edad entre 60 y 79 años (1,15 en vacunados y 36,47 no vacunados) mientras que con los fallecidos, el número es mayor en personas no vacunadas, y se vuelve a reflejar en el grupo de personas mayores de 80 años.
Más de 12 millones de dosis inoculadas
Sobre las cifras de vacunación ofrecidas por el Ministerio de Sanidad, toda la población mayor de 80 años cuenta con la pauta completa, es decir, unas tres millones de personas de este grupo de población recibieron las dos dosis de la vacuna. Además, se han inoculado más de 12 millones de dosis adicionales.
En cuanto a los menores de 12 años, el 40,9% de los niños y niñas han recibido la primera dosis de Pfizer. Dos campañas de vacunación juntas con las que se pretende reforzar la respuesta contra la COVID-19, cuya tendencia continúa al alza debido a la detección de la variante Ómicron.
La avanzada edad, principal factor de riesgo para la aparición de fibrilación auricular
Fuente: lasprovincias.es/sociedad/salud. Quirón salud Valencia
La arritmia sostenida más frecuente entre la población española afecta a uno de cada seis mayores de 79 años y a más de un millón de pacientes.
La fibrilación auricular es la arritmia sostenida más frecuente entre la población general.
Está directamente relacionada con la edad ya que conforme se va entrando en la vejez, las probabilidades de contraerla van creciendo. El estudio 'OFRECE', realizado por la Sociedad Española de Cardiología, mostró que la prevalencia de esta arritmia en los españoles en la franja de edad de 70-79 años es del 9,3% y se dispara hasta el 17,7% en la población que tiene 80 o más años de edad. Esto significa que una de cada seis personas mayores de 79 años padece fibrilación auricular y que, en España, hay más de un millón de pacientes con esta arritmia y más de 90.000 casos por diagnosticar. Cuando se considera a toda la población mayor de 40 años la prevalencia es del 4,4%.
El envejecimiento de la población alimenta la ascendente tendencia de la prevalencia de fibrilación auricular en los países occidentales. Esta arritmia se ha convertido en un problema de salud al afectar a un número considerable y progresivamente creciente de ciudadanos y al alterar su estado de salud e incrementar el gasto sanitario.
«El corazón se contrae de una forma cadencial y ordenada gracias a un impulso de tipo eléctrico que nace en la parte alta de la aurícula derecha y se extiende por las aurículas para que estas se contraigan y ayuden en el llenado de los ventrículos», explica el doctor Ricardo Ruiz Granell, especialista en electrofisiología cardiaca del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Valencia.
El facultativo desmigaja esta arritmia tan popular en nuestro país: «Este impulso pasa a los ventrículos a través de un sistema especializado de conducción y los activa para que estos se contraigan y bombeen la sangre.
En la fibrilación auricular, esta actividad ordenada en las aurículas se desorganiza por completo y la activación eléctrica de estas es desordenada y caótica».
Factores de riesgo
El envejecimiento y las enfermedades del corazón son factores que favorecen la aparición de arritmias. Estos someten a las aurículas a una sobrecarga de presión o de volumen: hipertensión, enfermedad de las válvulas, insuficiencia cardiaca, infartos, etcétera. Otros factores de riesgo son las enfermedades pulmonares crónicas y las de la glándula tiroides, concretamente el hipertiroidismo, que también predisponen a la arritmia, como también lo hace el síndrome de la apnea del sueño. Los latidos auriculares que nacen de un lugar inapropiado y se adelantan al ritmo normal del corazón –lo que los cardiólogos denominan extrasístoles– pueden iniciar la arritmia.
En estos casos, la arritmia se instaura y es probable que no ceda si no se aplica tratamiento. «Es lo que llamamos una fibrilación auricular persistente, más propia de los ancianos o de personas con muchos factores de riesgo», detalla el doctor Ruiz Granell. En otros supuestos de pacientes de menor edad, el papel de los factores de riesgo es menor.
Los pacientes relativamente jóvenes ven cómo su arritmia aparece bruscamente y cede en minutos o pocos días restableciendo el ritmo normal del corazón. «En estos casos de fibrilación auricular paroxística en los que no parece haber un terreno 'abonado' para la arritmia, la causa suele ser la presencia de extrasístoles frecuentes que en aproximadamente el 80% de los casos se originan en las venas pulmonares», esgrime el especialista en electrofisiología cardiaca del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Valencia.
La tendencia de la fibrilación auricular paroxística no tratada, es evolucionar a una fibrilación auricular persistente. Al haber también casos intermedios -pacientes con factores de riesgo que siguen presentando episodios paroxísticos y pacientes sin ningún factor de riesgo que se presentan con una forma persistente-, los expertos aconsejan realizar una valoración individualizada de los casos para seleccionar el tratamiento más apropiado.
Latidos irregulares y frecuencia cardiaca elevada
La activación caótica de las aurículas provoca que su contracción ordenada desaparezca y que su contribución al llenado de los ventrículos sea incompleta. «La activación de los ventrículos se hace por la transmisión también desordenada de los impulsos de la aurícula. Consecuencia de ello es que la frecuencia ventricular –o sea, la frecuencia cardiaca– suele ser elevada y, además, los latidos son irregulares», relata el doctor Ricardo Ruiz Granell. Al no contraerse de forma ordenada las aurículas, se pueden formar en la aurícula izquierda coágulos de sangre que pasen a la circulación y que puedan provocar embolias. Un coágulo o trombo puede atascar cualquier arteria de la circulación: renal, intestinal, cerebral, provocando un ictus, etcétera.
El síntoma más frecuente son las palpitaciones. El paciente percibe un latido cardiaco rápido en su interior de forma irregular y lo describe «como si el corazón se hubiese desbocado», explica el facultativo. Este síntoma se puede acompañar de una sensación de falta de aire, de intolerancia al esfuerzo y de dolor en el pecho. En los pacientes con insuficiencia cardiaca es frecuente que la arritmia la empeore o agrave.
¿Cómo se diagnostica?
La fibrilación auricular se diagnostica con el electrocardiograma. En los casos persistentes, mostrará directamente la arritmia aunque en las formas paroxísticas puede traer complicación. «Hay que relacionar los síntomas del paciente con la presencia de la arritmia, por lo que es de gran importancia obtener un electrocardiograma cuando aparece un episodio», aconseja el doctor del Hospital Quirónsalud Valencia, quien añade que «a veces hay episodios breves que no permiten al paciente alcanzar un centro donde se documente la arritmia».
Los registros de Holter son otro método para diagnosticar esta arritmia. Pueden ser útiles si el paciente tiene un episodio mientras está controlado ya que consisten en la monitorización del electro del paciente durante uno o varios días mientras este realiza una vida normal. «También son útiles para saber si el paciente tiene muchas extrasístoles en su vida diaria», desvela.
La aparición de dispositivos de registro del electrocardiograma ligados a dispositivos electrónicos como tabletas o teléfonos móviles está haciendo posible el diagnóstico de muchos casos. «No solo el diagnóstico de la arritmia es importante, también es fundamental hacer una evaluación del estado del corazón y de todos los factores de riesgo para intentar corregirlos», remarca el doctor Ruiz Granell.
Un tratamiento adecuado para un pronóstico favorable
La fibrilación auricular puede tener consecuencias devastadoras si no se valora y trata adecuadamente. Cuando se aplica el tratamiento adecuado, su pronóstico es mucho más favorable. Preocupa la elevada proporción de casos sin diagnosticar: aproximadamente un 10% en España. Son casos que no acceden al tratamiento o acceden a él cuando ya han presentado complicaciones.
«Lo primero que hay que hacer es controlar y tratar los factores de riesgo que puedan estar favoreciendo la arritmia», subraya el especialista en electrofisiología cardiaca. Existen dos líneas generales de tratamiento. La primera es intentar mantener el ritmo normal del corazón con los menos episodios posibles de fibrilación auricular. «Es lo que denominamos la estrategia de control de ritmo», detalla. La otra opción es dirigir este tratamiento a controlar los efectos de la arritmia para que la arritmia, aunque esté presente, no haga daño. Se busca controlar la frecuencia cardiaca y normalizarla.
La estrategia de control de ritmo puede abordarse desde dos perspectivas
El primero es revertir la arritmia y suprimir el episodio para que el paciente vuelva al ritmo normal. «Esto puede conseguirse con fármacos antiarrítmicos o bien eléctricamente, realizando una cardioversión eléctrica», explica el facultativo, quien añade que esta técnica «consiste en hacer pasar una corriente eléctrica potente a través del corazón para restablecer el ritmo normal». Como el paso de la corriente puede resultar molesto o doloroso, la cardioversión se realiza con una sedación profunda pero muy breve sin necesidad de ingresar en el hospital. En Quirónsalud Valencia, los pacientes permanecen durante unas pocas horas en el Hospital de Día para realizarse la cardioversión, la cual resulta altamente eficaz y consigue restablecer el ritmo normal en casi la totalidad de los casos. «No tiene ningún efecto sobre la prevención de nuevos episodios», advierte el doctor Ruiz.
Dado que la fibrilación auricular es una arritmia que tiene una gran tendencia a reaparecer, es muy importante la segunda parte de la estrategia de control del ritmo: la prevención de las recurrencias. «El primer paso es el control de todos los factores de riesgo. Un segundo escalón es el uso de medicación antiarrítmica», apostilla. Cuando los fármacos no logran prevenir las recurrencias puede recurrirse a la ablación de las venas pulmonares. Dado que el origen de las extrasístoles que desencadenan los episodios nace de las venas pulmonares, la ablación pretende aislar eléctricamente estas venas del resto del corazón de forma que los latidos que puedan originarse en su interior no logran alcanzar la aurícula.
Expertos en crioablación
El aislamiento se consigue creando una especie de cicatriz que rodea la desembocadura de la vena, sin llegar a romperla. Esto puede conseguirse con la aplicación de frío mediante un pequeño balón que se congela con óxido nitroso -crioablación de las venas pulmonares- o mediante la realización de pequeñas lesiones por calor utilizando energía de radiofrecuencia similar a la que utiliza un bisturí eléctrico, llamada ablación de las venas pulmonares con radiofrecuencia. Los resultados son similares con ambas técnicas, logrando controlar en torno al 80% de los casos. Quirónsalud Valencia posee una amplia experiencia con la técnica de la crioablación y ha logrado dominarla. Se trata de una opción más sencilla, de menor duración y ligeramente más segura que otras técnicas.
Los mejores resultados de la ablación de las venas pulmonares se obtienen en pacientes relativamente jóvenes, con fibrilación auricular paroxística, con corazón estructuralmente normal y con pocos factores de riesgo. «Cuando se opta por el control de la frecuencia, se deja al paciente con la arritmia de forma permanente y el tratamiento se dirige a que la arritmia no produzca daños, retirando los fármacos antiarrítmicos y utilizando únicamente fármacos para el control de la frecuencia cardiaca y estableciendo tratamiento anticoagulante en el momento que se precise», argumenta.
Existen unos pocos casos en los que el control de la frecuencia cardiaca con medicamentos es muy difícil, o bien por requerir dosis muy elevadas o bien por problemas de tolerancia a la medicación. En estos casos, puede recurrirse en último extremo a provocar un bloqueo del corazón mediante un catéter e implantar un marcapasos. El ritmo del corazón vuelve a ser regular y con la frecuencia controlada por el marcapasos.
"El virus de la enfermedad del beso no es la única causa de la esclerosis múltiple y tampoco sabemos si es la principal"
Fuente: 20munutos.es
Autora: Charlota Chiarroni
Un estudio publicado en 'Science' señala que el virus Epstein-Barr es la principal causa de la enfermedad.
La neuróloga Costa-Frossard, sin embargo, pide prudencia: "No es la única causa y no sabemos si es la principal". Lucienne Costa-Frossard lleva casi dos décadas investigando uno de los grandes misterios de la medicina: la esclerosis múltiple, una enfermedad para la que, a día de hoy, no hay cura y cuyo origen sigue siendo una incógnita.
Virus de Epstein-Barr
Un estudio publicado en la revista Science, sin embargo, parece haber dado con la clave: el virus Epstein-Barr -responsable de la mononucleosis o enfermedad del beso- es la "causa principal", según sus investigadores, que analizaron los datos de más de 10 millones de militares durante dos décadas.
Costa-Frossard, neuróloga en el hospital Ramón y Cajal y coordinadora del grupo de esclerosis múltiple de la asociación madrileña de neurología, desgrana ese estudio y detalla cuáles son los principales retos a los que, aún hoy, se enfrenta esta enfermedad.
La gran pregunta ahora es: ¿Es esta la causa principal de la esclerosis múltiple o es una de las causas?
Es una de las causas y además una muy antigua. El Epstein-Barr es uno de los virus implicados desde hace más de 20 años. Tanto este como otros virus de la familia herpes pueden estar implicados, pero también puede haber otras muchas causas.
¿Por ejemplo?
Las ambientales, fumar, tomar demasiada sal, la microbiota, la falta de vitamina D, la falta de exposición al sol... Todo ello nos puede incidir, nos puede afectar a un sistema inmunológico genéticamente predipuesto y producir al final la esclerosis múltiple, pero ni muchísimo menos es la única causa y tampoco sabemos si es la principal.
¿O sea que esto no es una novedad?
En absoluto. El artículo es importante porque analiza un volumen muy grande de individuos sanos y no sanos, y eso es lo que le da consistencia. Lo que viene a aportar es evidencia científica a algo que ya sabíamos, que es que el Epstein-Barr está implicado como una de las causas de la esclerosis múltiple, pero no nos cuenta a los neurólogos nada nuevo, lo sabíamos desde hace muchos años.
El estudio dice que de los 801 soldados que tienen esclerosis múltiple, lo han cogido en algún momento, bien de forma asintomática o bien han pasado la enfermedad y solo uno no. Al final es un virus muy, muy prevalente. El 97% de la población general tiene Epstein-Barr positivo. Casi el 100% de los pacientes con esclerosis múltiple lo tiene.
¿Y en su consulta?
En nuestra consulta, el 100% de nuestros pacientes son positivos. En esclerosis múltiple es rarísimo que no sea así.
Si es un virus tan prevalente, ¿por qué se le relaciona con esta enfermedad y no con otras como, por ejemplo, el cáncer?
Claves del estudio
Científicos de Harvard analizaron durante dos décadas los datos de más de 10 millones de militares, aprovechando que el Ejército de EE UU hace una prueba del virus del sida en el momento del ingreso y la repite cada dos años. De los 801 soldados con esclerosis múltiple, solo uno no había estado en contacto con el virus Epstein-Barr. Los otros 800 dieron positivo.
Porque este virus tiene un gran potencial para alterar el funcionamiento del sistema inmunológico. Eso explica por qué el virus está implicado.
Supongo que después del estudio, mucha gente se estará preguntando si, tras pasar la mononucleosis o enfermedad del beso, va a desarrollar esclerosis múltiple.
En absoluto. Una parte muy importante de la población ha pasado, o bien la enfermedad como tal o bien la infección por el virus, y afortudanamente la gran mayoría de nosotros no padecemos esclerosis múltiple.
¿Sí que puede acelerarlo o precipitarlo de alguna forma?
Como causa aislada no. Eso sí, si un paciente tiene un sistema inmune genéticamente predispuesto, que encima fuma y tiene una alteración en la microbiota, que además tiene una mononucleosis infecciosa, pues tiene todas las papeletas para desarrollar una esclerosis múltiple.
Cuando hablamos de predisposición genética, ¿a qué nos referimos exactamente?
Significa que el sistema inmunológico está predispuesto a funcionar mal. No solo de cara a la esclerosis múltiple, sino que son personas que tienen más predisposición a tener otras enfermedades autoinmunes. Por ejemplo, padecer de la tiroides. Significa que es un sistema inmunológico que puede fallar si se conjugan todas las estrellas en el cielo. Suele ser todo junto. A veces hay una persona en la familia que lo tiene, que pueden ser los padres, un hermano o un tío lejano.
¿Cada año se detectan más casos?
Sí, es una enfermedad que aumenta su prevalencia e incidencia con los años, sobre todo en la mujer. En España puede afectar a unas 150 personas por cada 100.000 habitantes. Calculamos que hay unos 50.000 pacientes en España. Estamos hablando de cuatro mujeres afectadas por cada varón. Y también vemos que afecta a poblaciones que antes no veíamos, como es el caso de los niños o los ancianos. La esclerosis múltiple pediátrica también es más frecuente ahora.
Yo tenía entendido que se detecta sobre todo en mujeres entre los 20 y los 40 años.
Así es. Es una enfermedad predominantemente de gente joven. Entre los 20 y los 40 años es el gran boom de la esclerosis múltiple, pero cada vez vemos más casos en niños, sobre todo entre los 10 y los 13 años, y en mayores de 60 o 65 años incluso.
¿Qué puede estar provocando ese cambio en el perfil de los pacientes?
Qué buena pregunta, es muy difícil de contestar, no hay trabajos que nos ayuden en eso. Quizá algo estemos haciendo mal. Quizá vivamos en ambientes con muchísima polución, por ejemplo, o tenemos niños estériles en el sentido de que no se ensucian, no tienen contacto con otros gérmenes. Realmente, no sabemos. También es cierto que la incorporación de la mujer joven al mundo laboral y al tabaco -la mujer cada vez fuma más- lógicamente iba a aumentar esa prevalencia de la esclerosis múltiple.
¿Por qué afecta más a la mujer que al hombre?
Es un problema de hormonas. Los estrógenos y la progesterona parece que tienen cierta implicación en el desarrollo de la esclerosis múltiple, aunque son puntos conflictivos, donde hay menos conocimiento.
¿El resultado de este estudio puede ayudar a encontrar una cura o a prevenir la enfermedad?
El problema de este virus es que, hoy por hoy, ni existe vacuna ni existe un tratamiento, con lo cual, antes de nada, tenemos que encontrar estas dos cosas. Cuando encontremos esa vacuna, que yo creo que puede ser algo relativamente breve gracias a todo lo que se ha avanzado en investigación de vacunas por el coronavirus, entonces tendremos que estudiar si de verdad merece la pena vacunar a la gente para evitar nuevos casos de esclerosis múltiple y hasta qué punto la vacuna será útil en ese sentido. Lo que sí es menos probable es que solo tratando el virus curemos la enfermedad. Eso es mucho decir, mucha hipótesis y mucha suposición.
La vacuna contra este patógeno se persigue desde la década de los 80. ¿Por qué es tan complicado dar con ella?
Es una infección benigna que nunca da demasiados problemas. Que una mononucleosis infecciosa se complique es algo bastante raro, no suponía un riesgo importante hasta hace muy poco tiempo, cuando se empezó a relacionar este virus con otros tipos de enfermedades, no solo con la esclerosis múltiple. Yo creo que la dificultad está ahí. Se han destinado pocos recursos para encontrar esa vacuna.
Moderna, la empresa que está detrás de una de las vacunas más exitosas contra la covid, está elaborando una.
Sí, están en ello.
En caso de tenerla, ¿a qué población se administraría?
Si esa vacuna llega, digo yo que se pondría a los niños para evitar precisamente que se contangien. Y así evitar en un futuro que haya tantísimos casos de esclerosis múltiple como hay ahora.
Sin embargo, por mucho que se encuentre una vacuna eficaz, seguimos sin cura para los miles de pacientes que la padecen.
Eso es.
¿Cuál es la mayor incógnita? ¿Qué factor tiene más peso a la hora de causar la esclerosis múltiple? ¿Y los retos?
Necesitamos fármacos para tratar los síntomas. Hoy por hoy, tenemos algunos muy buenos para controlar los brotes, las lesiones, pero luego no tenemos fármacos buenos para controlar estos síntomas que se han quedado como secuelas. Por ejemplo, si el paciente tiene dolor, pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo, cansancio... pues son síntomas cuyos tratamientos son todavía muy antiguos, con muchos efectos secundarios, mal tolerados, poco eficaces... Por lo tanto, ahí tenemos un gran reto.
¿Alguno más?
También tenemos el reto de recuperar la función. A veces los pacientes, en los brotes, se quedan con secuelas definitivas. Hemos trabajado mucho con fármacos que sean capaces de devolver la mielina, pero hasta ahora no hemos tenido un gran avance en ese sentido y el paciente se queda con la secuela toda la vida. Luego, además, hay otros aspectos de la esclerosis múltiple: cómo proteger el cerebro de la atrofia, que es el encogimiento natural con el tiempo, o cómo proteger a las personas del deterioro cognitivo, que es esa alteración de memoria, de velocidad de procesamiento... Todavía no somos capaces de prevenir bien ese deterioro cognitivo a largo plazo, y aún menos de revertirlo.
Todo esto enfría un poco el estudio.
Sí, no ha venido a contar nada nuevo. Yo entiendo que es como un jarro de agua fría, pero es la realidad. El estudio es muy bueno porque nos aporta mucha evidencia y nos indica que estábamos en lo cierto. Nos da más seguridad de que estábamos haciendo las cosas bien.
La lentitud al caminar puede predecir el riesgo de incapacidad funcional en ancianos
Fuente: dicyt.com. Agencia FAPESP/DICYyT
Investigadores de Brasil y del Reino Unido efectuaron esta constatación a partir de datos de más de 3.000 personas mayores de 60 años. Los resultados fueron publicados en 'Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle'
Investigadores de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, en colaboración con el University College London, en el Reino Unido, descubrieron una manera eficiente, sencilla y barata de predecir el riesgo de pérdida de capacidad funcional entre personas mayores. Mediante el análisis de un banco de datos con información de más de 3.000 ancianos británicos, detectaron que la pérdida de la velocidad al caminar puede considerarse por sí sola un indicador de mayor riesgo de mengua de la capacidad de realizar actividades diarias e instrumentales.
“Nuestro estudio demostró que la sola medición de la velocidad al caminar ya es suficiente como para tener un predictor eficiente de la pérdida de la capacidad funcional en ancianos. Los datos de nuestra investigación muestran que la lentitud al caminar antecede en algunos años a esa pérdida.Y se trata una constatación importante, pues facilita el monitoreo de este problema. Asimismo, este descubrimiento permite que puedan detectar este riesgo no solamente fisioterapeutas, médicos y gerontólogos, sino también cualquier profesional de la salud”, dice Tiago da Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar) y supervisor de la investigación.
En el estudio, publicado en el Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle, se analizaron datos sobre las condiciones físicas y de velocidad al caminar de más de 3.000 individuos con edades superiores a los 60 años. Los participantes en la investigación integran el English Longitudinal Study of Aging (ELSA), un estudio longitudinal en cuyo marco se lleva a cabo un seguimiento de la salud y el bienestar de adultos mayores de la comunidad inglesa. Y la investigación contó con el apoyo de la FAPESP.
En líneas generales, la pérdida de la capacidad para ejecutar actividades básicas (levantarse de la cama, bañarse, cambiarse) e instrumentales (hacer compras, administrar el propio dinero, ir al banco, usar el transporte público) puede ser simultánea o preceder al llamado síndrome de fragilidad.
La fragilidad es una condición que acomete a gran parte de la población anciana y que puede traer aparejada una incapacidad para realizar las actividades cotidianas, lo cual aumenta el riesgo sufrir caídas, de tener que someterse a hospitalizaciones y de muerte. Para diagnosticar este problema, los profesionales de la salud deben efectuar una serie de evaluaciones tendientes a medir diversos parámetros, tales como la velocidad al caminar, la fuerza manual, el nivel de actividad física, el agotamiento y la pérdida de peso durante los últimos seis meses.
“La fragilidad constituye un factor de riesgo de incapacidad, pero no es un sinónimo de esta. Utilizamos cinco elementos para medir este síndrome. Si la persona reúne uno o dos de estos elementos, se dice que es prefrágil. Si reúne tres o más, es frágil. El problema de esta evaluación reside en que es más compleja, pues requiere de un cierto equipamiento y de la aplicación de cuestionarios. No en todos los lugares se aplica”, explica el investigador.
En el estudio, los investigadores compararon la fragilidad en general con cada uno de los cinco componentes, con el fin de verificar cuál de esas formas de presentación determinaría mejor el proceso de incapacidad, y llegaron a la conclusión de que la lentitud al caminar, por sí sola, fue el mejor componente a la hora de determinar el riesgo de incidencia de incapacidad en actividades cotidianas en ambos sexos, en lugar de la evaluación de la fragilidad general.
“Es un indicador precoz. Cabe remarcar que con este descubrimiento es posible detectar el problema con mayor facilidad. El profesional de la salud puede investigar con mayor antelación qué está causando esa lentitud”, comenta Dayane Capra de Oliveira, autora del estudio.
Da Silva Alexandre subraya que cuanto más rápido se identifique el problema, con más recursos y más abordajes se contará para tratarlo. “Se hace muy difícil actuar cuando la persona ya padece dificultades para hacer varias actividades diarias. Existen alternativas, pero el resultado no es el mismo que cuando se lo detecta tempranamente. Por eso es tan importante contar con una manera más sencilla, más segura y más barata de prever los riesgos de pérdidas funcionales”, afirma.
De acuerdo con el estudio, las mujeres que se volvieron prefrágiles exhibieron una mayor incapacidad para realizar las actividades del día a día. Lo propio no sucedió con los varones.
Por otra parte, tanto los hombres como las mujeres que se volvieron frágiles (la condición más grave) también se tornaron más dependientes para la concreción de las actividades cotidianas con el paso del tiempo.
Esto puede haber sucedido debido a que, entre los varones, dolencias tales como accidentes cerebrovasculares o ACV, cáncer y enfermedad pulmonar, sumadas a hábitos de conducta poco saludables, tales como fumar, tomar alcohol y el trabajo pesado, pueden influir sobre la fragilidad y la incapacidad, con una evolución más rápida hacia el deceso. Las mujeres, en cambio, conviven durante más tiempo con enfermedades que las incapacitan, tales como artrosis, depresión e hipertensión. El investigador explica que estudios anteriores ya venían mostrando diferencias en ese proceso entre varones y mujeres mayores de 60 años.
“Desde esta perspectiva, el estudio también sugiere que los varones pasan por un proceso muy corto de incapacidad debido a la carga de enfermedades más graves que pueden evolucionar más rápido hacia la muerte. En cambio, las mujeres pasan por un proceso más largo de fragilidad e incapacidad”, dice Da Silva Alexandre.
Para Capra de Oliveira, este estudio revela la existencia de un importante atajo hacia la identificación del riesgo de incapacidad para la realización de las actividades cotidianas entre ancianos. “De este modo, es posible implementar intervenciones rápidas antes de que se instale la incapacidad”, afirma.
¿Cómo sobrevive la amistad al sentimiento de soledad propio de una pandemia?
Fuente: elconfidencial.com
Autor: Enrique Zamorano
Vivimos una época marcada por las inseguridades y la desconfianza respecto al otro. ¿Cómo mantener y crear nuevos lazos después de pasar tiempo aislados sintiéndonos solos?
Tras unas navidades en las que el coronavirus ha vuelto a ser el invitado no deseado, cabe repensar en cómo hemos gestionado a nivel psicológico y emocional esta situación tan complicada que ha interpelado a las relaciones que mantenemos con nuestros familiares y amigos.
Otra vez, por segundo año consecutivo, muchas personas se han visto obligadas a pasar la Nochebuena o Nochevieja aisladas. Y no solo durante estas fechas tan señaladas, sino también los días navideños que antaño siempre habían significado reencuentros con amigos en fiestas y en dilatadas sobremesas. Ello ha producido una vuelta al aislamiento social, lo que sin duda ha acrecentado los sentimientos de soledad generalizados entre una población ya muy mermada psicológicamente por estos dos años de pandemia.
De algún modo, muchas personas se han visto forzadas a tirar de una especie de 'individualismo práctico' basado en la autoconvencimiento de que, un año más, había que afrontar otras Navidades sin fiestas ni reuniones con los seres queridos por el bien de todos. Aunque se haya podido amortiguar gracias a videollamadas entre casa y casa, este revulsivo digital de nuestras quedadas sociales no ha podido en muchos casos aplacar la fatiga pandémica y el hartazgo de no poder disfrutar con la presencia física de un amigo o un familiar.
De hecho, a la ansiedad social típica de un período de pandemia también se le ha unido una ansiedad de tener que trasladar nuestras relaciones sociales a una pantalla de ordenador o de móvil. Esta es la causa del malestar generalizado frente a problemas como el FOMO digital o su reverso: el estrés originado por tener tantas notificaciones a las que prestar atención.
Todo gira en torno a "leerse como una víctima de la situación, y como tal, el hecho de necesitar que los demás hagan algo por mí, pues yo por mí mismo no puedo". Ante esta tesitura, a muchas personas no les ha quedado otra que refugiarse en sí mismos y hacer un relato personal de sus propias navidades que les ayudara a pasar de mejor forma el mal trago de estar solo en una época tan dada a los reencuentros y cenas sociales. Y, sobre todo, a construir un informe mental y psicológico sobre los afectos que nos unen a otras personas.
Seguramente muchos hayan hecho una 'poda de amigos' al no sentirse tan considerados o compensados con estas relaciones. Del mismo modo, habrán surgido nuevas alianzas. Según la personalidad de cada uno y la calidad de la amistad, habremos dejado de lado a unos y a otros y, a su vez, apostado por nuevas personas que han llegado a nuestra vida. Pero todos, al fin y al cabo, coincidimos en lo mismo: no es una buena época para las relaciones, pues estas inevitablemente se han resentido ante esta situación tan desfavaroble.
Fantasmas por todas partes
Ahora bien, la postura que tomamos al respecto marca la diferencia. "En consulta ha venido mucha gente con problemas para relacionarse", asegura Mónica Pereira, psicóloga del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP), quien reconoce a este diario que efectivamente ahora es mucho más difícil hacer amigos que antes debido, en parte, a la sensación de soledad imperante. "Aunque tengan personas a su alrededor, les resulta muy difícil interactuar con ellas. Pero, en realidad, aunque la mayoría de nosotros tengamos y hayamos tenido muchas menos interacciones, seguimos conservándolas, ya sea yendo a comprar o a trabajar. Sin embargo, vamos como si fuéramos fantasmas a todas partes".
"Existe mucho miedo a la decepción a la hora de entablar nuevas amistades o de cuidar las ya existentes, basado en el temor a que te hagan lo mismo que aquellos que te dejaron de lado" ¿A qué se debe este pesimismo ante las relaciones que tenemos, ya sean profundas o más superficiales? Para Pereira, todo gira en torno a "leerse como una víctima de la situación, y como tal, el hecho de necesitar que los demás hagan algo por mí, pues yo por mí mismo no puedo".
Por ello, entramos en conflicto, tanto con nosotros mismos como con nuestras relaciones. Para que eso no suceda, "habría que considerarnos como supervivientes, pues esto conlleva tomar partido para sobrevivir a un problema, no esperar a que venga alguien a salvarte, en este caso, la gente de tu entorno".
La psicóloga asegura que existe mucho miedo a la decepción a la hora de entablar nuevas amistades o de cuidar las ya existentes, "basado en el temor a que te hagan lo mismo que aquellos que te dejaron de lado". En una época en la que nos hemos podido sentir muy solos, ya sea por el aislamiento social o porque hemos dejado a gente en el camino, es muy humano pensar que no recibiremos el apoyo que necesitamos. Y esto, como reitera la experta, "nos puede llevar a tirar la toalla con las relaciones, que siempre implican un sentido de lucha a la hora de mantenerlas y gestionarlas".
De la dejadez al reproche
Ante este cúmulo de sensaciones de soledad, nuestras amistades pueden resentirse por las inseguridades o, como decíamos, el miedo a ser rechazado.
Y en este punto, las dos salidas más comunes a este conflicto pasan por la dejadez o por el reproche exacerbado. "Si estás un poco 'pachucho' emocional o psicológicamente, tal vez desees no hacer nada por salir al exterior, básicamente porque no te apetece hacer el esfuerzo", explica Pereira. "Y, por otro lado, cuando nos sentimos o estamos solos tendemos a centrarnos mucho en nosotros mismos y creemos cualquier pensamiento negativo que nos viene sin reparar en su veracidad. Entonces, podemos caer en el error de pensar que el otro es el malo, porque tenemos una necesidad emocional que no nos está cubriendo".
Seguramente el lector tenga pendiente una llamada con más de un buen amigo al que hace tiempo que no habla. "En el primer caso, cuando surge esa dejadez, es muy importante intentar retomar el contacto y no tener miedo a volver a interactuar con esas personas que nos generan bienestar", asegura la psicóloga. "Si me he aislado emocionalmente durante una semana, por ejemplo, y he descuidado los mensajes que me han enviado o no he respondido a las llamadas, no hay que caer en la culpabilidad de pensar que ahora no voy a escribirle porque no le respondí.
Hay que pensar por las dos partes de la relación, ya que salen beneficiadas del encuentro".
La otra vía, la del enfado o la del reproche exacerbado, "lo que está hablando de ti es una carencia personal", sintetiza Pereira. "Hay personas que no saben vivir en soledad y creen que su valor como persona es el que le dan sus amigos y conocidos, de ahí que se pongan tan exigentes.
Con el reproche, quieren que reacciones de una manera diferente y por ello te echan la bronca, lo que produce el efecto contrario. Se te quitan las ganas de volver a tener contacto con esa persona que cada vez que le hablas te echa una bronca". La experta diferencia entre "verbalizar el malestar", lo cual es positivo, y "regañarte por ese malestar", como efecto de "volvernos demasiado exigentes al esperar que el otro sepa lo que necesito, cuando no lo sabe". "La indefensión que puedes sentir te puede llevar a pensar que no tiene sentido ni levantarte de la cama, porque... ¿para qué?". "Si persevera en su regañina lo mejor es dejarlo estar y decir: 'cuando estés más tranquilo, hablamos, porque no quiero recibir broncas'", recalca la psicóloga.
El problema de este tipo de relaciones es que si se cronifica este comportamiento tienden efectivamente a desaparecer. "El que se queda enganchado en su reclamo acaba dejándonos de interesar porque pone su malestar en nuestra responsabilidad, lo cual no es nada sano".
La 'esquinita' personal de cada uno
Si reparamos en el contexto, el 'cocktail psicológico' se vuelve peor aún, ya que mucha gente ha tomado medidas severas para restringir sus interacciones sociales durante semanas esperando llegar a esa 'tierra prometida' sin estar contagiado que era la navidad. Sin embargo, han terminado contagiándose igual, muchas veces el día antes del inicio navideño, lo que ha derivado en una profunda frustración de no poder disfrutar de sus seres queridos a pesar de todos los sacrificios.
"Si hagamos lo que hagamos el resultado al final es negativo, acabamos por no hacer nada" "Algunos han seguido con su vida como si nada debido a la desesperación de no encontrar una salida a la situación y otros, los que han sido muy cuidadosos y aun así se han contagiado igual, ellos son los que se han llevado el varapalo más grande", admite Pereira.
Y esto es lo que se llama indefensión aprendida: "Cuando tú te quedas en casa es porque intentas controlar la situación, pero si ocurre lo mismo aunque no lo hicieras, genera una sensación en el individuo de no poder hacer nada por cambiar las cosas que le lleva a querer tirar la toalla. Y este sentimiento es muy peligroso, pues muchas depresiones aparecen así.
La indefensión que genera te puede llevar a pensar que no tiene sentido ni levantarte de la cama, porque... ¿para qué?". Esta indefensión, a su vez, suele derivar en una posición de parálisis frente a todo. "La gente acaba recluyéndose en su esquinita, indefensa y asustada", concluye la psicóloga. "Esto es algo biológico y evolutivo, se han realizado experimentos con animales y hacen los mismo. Si hagamos lo que hagamos el resultado al final es negativo, acabamos por no hacer nada".
Por ello y como conclusión, Pereira anima a no tirar la toalla, pues como decíamos antes, las relaciones humanas exigen esfuerzo y, en muchos casos, son una lucha constante. "Hay que relativizar, lo primero, para no convertir cada cosa que se nos pasa por la cabeza en el fin del mundo". Y, en segundo lugar, volver a llamar a aquel amigo con el que ya no hablas sea por una cosa o por otra, por dejadez o desilusión. Al fin y al cabo, los dos saldréis ganando frente a este sentimiento de soledad generalizado.
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